El Títere
El Títere.
El títere conoce al imbécil, al vago,
al enfermo. Pero ellos no lo conocen.
Todos conocen al títere. Pero jamás al titiritero. El
titiritero se esconde. El titiritero no muestra su cara. El titiritero es
macabro. El titirero tiene muchos títeres.
Nuestro títere es normal, típico, especial, exclusivo,
arrogante, sin estudios, ignorante, lo sabe todo y no sabe nada.
El titiritero exalta – enaltece- a un líder carismático. El títere piensa y así
se le hace creer, como una especie de
deidad angelical que resolverá, de una buena vez y para siempre, los
problemas del pueblo.
El
titiritero juega a ser dios. El títere juega
a ser el profeta. La palabra es el vehículo específico de interacción
del títere.
El
títere se siente el intérprete supremo de la verdad general y también
la agencia de noticias del pueblo. Habla con el público de manera constante,
atiza sus pasiones, “alumbra el camino”, y hace todo ello sin limitaciones ni
intermediarios.
El
títere se piensa como un enviado divino que con la ayuda del cielo y los
ángeles resolverá los problemas de este y el otro mundo.
Al
títere le encanta la televisión y la radio. Al títere le encanta desprestigiar
a sus enemigos, intenta controlarlos, acallarlos, manipularlos, a veces matarlo
– simbólicamente- y muchas veces menospreciarlo.
Si el titiritero no tiene paciencia, el títere tampoco lo tiene. El títere juega
con los fondos públicos y fundamenta que es para un futuro provisorio, único, mágico
e inimaginable.
El títere
no tiene paciencia con las sutilezas de la economía y las finanzas. El títere ocupa patrimonio privado para enriquecerse o para
embarcarse en proyectos que considere importantes o gloriosos, o para ambas
cosas, sin tomar en cuenta los costos.
El títere
tiene un concepto mágico de la economía (como de su existencia): para él, todo
gasto es inversión. La ignorancia o incomprensión en materia económica se ha
traducido en desastres descomunales de los que los países tardan decenios en
recobrarse.
El titiritero
es xenófobo. El títere también lo es. El títere hostiga a “los ricos” (a
quienes acusan a menudo de ser “antinacionales”), pero atraen a los
“empresarios patrióticos” que apoyan sus delirios.
El títere
organiza y enardece a las masas. La plaza pública, un teatro, un café, un
estadio, es un teatro donde aparece ‘su
Majestad el Pueblo’ para demostrar su fuerza y escuchar las invectivas contra
‘los malos’ de dentro y fuera.
El títere es inmune a la crítica y
alérgico a la autocrítica, necesitado de señalar chivos expiatorios – todos tienen
la culpa menos él o ella- para los
fracasos.
El títere
requiere desviar la atención interna hacia el adversario de fuera. El títere siempre
tiene enemigos. Pero son enemigos inventados por el mismo títere. Son fantasmas
que el títere revive y ve. Se asusta. En este sentido, el títere es una forma corpórea
lleno de imaginación, fantasías, delirios y fundamentos sin peso alguno.
El títere no entiende de leyes. El títere piensa
que las leyes las hace el en el haciendo. El títere piensa en una ley natural y desconfía de las leyes hechas por el hombre.
Esto sucede porque el títere no es hombre, no es mujer, no es ciudadano, no es humano, solo es
persona. El títere solo es individuo.
El títere intenta minar, intenta dominar y, en
último término, doméstica o cancela las instituciones democráticas. Criticándolas
y haciéndolas creer que están equivocadas y que él tiene la solución.
El títere y el titiritero no es ficción. Son y
pertenecen a lo real. Es más difícil detectar al titiritero. Tiene muchas capas
que necesitan de algunos análisis.
No obstante,
el títere es muy fácil de detectar. Puede estar a tu lado en este momento. A veces,
el títere surge cuando te dejas llevar sin previo aviso por prejuicios.
El títere es muy fácil de atrapar.
¿Quieres saber cómo atraparlo?
Una de las formas sencillas de atrapar al títere es
preguntarle: ¿Dime las cinco teorías del origen de nuestra especie? Y después, explícame:
¿Qué es una teoría?
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