El espectro - Parte II -
Mi estómago
sangraba sin pensar en detenerse. Y el espectro seguía ahí. ¿Me estaba
volviendo loco? ¿Cómo era posible que solo yo viera al espectro? ¿Era tal vez
un mensaje? ¿Qué hacia ahí ese ente? ¿Estaba muriendo? ¿Estaba soñando?
Mi
infancia no se caracterizó por una asistencia constante a la iglesia. Mis
padres eran católicos. Yo los acompaña de vez en cuando. Podría decirse que era
católico pero no cumplía mucho con los dictámenes de la iglesia. La verdad; me
aburría ir. ¿Sera que por eso ahora estoy siendo castigado por una fuerza
sobrenatural incomprensible? ¿Sera que por no estar alineado a cierta creencia
no podía percibir la verdadera fe? ¿Sera que por no ir todos los domingos a
misa una deidad superior me estaba pasando factura?
El
espectro continuaba viéndome. Era extraño ver algo que nadie ve. La cara del
espectro no era definida. Menos su cuerpo. Era como que alguien hubiese estado
fumando cigarrillos de manera extraordinaria al frente de mí. Eso podía
percibir. Solo humo que a momentos alcanzaba una cierta forma corpórea, sin
pies, vestido de negro, ojos grandes y blancos, boca grande, muy grande, que
oscilaba constantemente. De un momento a otro la realidad se paralizo. Me
asuste. Pero no sentía mis latidos del corazón. No sentía mi respiración. Solo
el sentido de la vista funcionaba sin problemas.
Cuando
la realidad se paralizo comencé a ver de forma extraña el resto de la
situación. Parecía ser que estaba en alguna dimensión donde solo se veían
sombras y figuras sin definición. El espectro había desaparecido. Pero
mágicamente lo sentía cerca de mí. Mire mi estómago y no sangraba. Me
arrodille. En este extraño mundo me arrodille. Mire al cielo y dije una plegaria.
Rece. La termine. Entre otras cosas le pedí a Dios que me ayudara, que no me
dejara ir, que era demasiado joven, que aun tenia misiones y guerras que dar,
que no era un ser humano malo, que merecía vivir, que no merecía morir, que tenía
un mensaje, que tenía alguna misión en la Tierra, que mi vida merecía ser
respetada y valorada por la vida misma.
De pronto, me
di cuenta que el cielo estaba más cerca de lo que creía. Alce la mano y pude
tocarlo. Al igual que cuando arrojas una gota a un tiesto de agua el cielo se
perturbo con mi mano y una serie de olas comenzaron a producirse. Igual que
cuando tiras una piedra en el lago.
Me
puse de pie. Y el espectro apareció a lo lejos. Pero, nuevamente desapareció.
Mire a mi izquierda y no estaba. Mira atrás y no estaba. Cuando de pronto
apareció a mi derecha. Ahí pude ver con más detalle las características de su
extraño cuerpo.
Se
acercó más y más. No me podía mover. ¿Tal vez porque no era creyente? ¿Tal vez
porque me aleje de la religión que profesaba? ¿Tal vez porque no había pulido
mi fe? ¿Tal vez porque había quitado de
mi pecho la cruz que simboliza ese pacto secreto con alguna deidad?
Cuando
el espectro estaba a mi lado y poniéndose frente de mí dijo con voz grave,
densa y profunda:
- Esta
es una de las tantas dimensiones que tiene la realidad. La realidad no es una.
Son millones y millones de ellas. En estas realidades viven millones de seres.
Algunos vivos. Algunos muertos. Algunos que están entre la vida y la muerte.
Solo en tu realidad se muere. Solo en tu realidad se vive. Y es solo en ella.
Porque solo en ella el alma y el cuerpo se fusionan. Es la única realidad en donde el tiempo es
hacia adelante es en la tuya. En los otros planos el tiempo va hacia adelante.
Hacia atrás. Hacia donde quieras. El tiempo no existe en las otras dimensiones.
En tu realidad lo que se conoce como ADN se conoce en la mía como onda electromagnética,
lo que en tu realidad se conoce como ojo humano en la mía se conoce como
nebulosa planetaria, lo que tu llamas en tu realidad tejido nervioso en mi
realidad se llama universo.
- Estoy muerto – pregunte-
- No lo estas. Y tampoco soy la
muerte. Como tampoco soy un ángel. Solo soy un mensajero. Los espectros somos
mensajeros. La vida y la muerte no pertenecen a mi plano. La vida es un momento
dentro de muchos momentos. La muerte también lo es. Ninguna es mala. Ninguna es
buena. Depende de quién maneje ese momento.
- ¿Y cuál es el mensaje?
-
El mensaje es muy simple: cuando vuelvas a tu cuerpo intenta
concentrarte en ayudar.
- ¿A Quién?
- A los miembros de tu misma
especie y de otras especies. A los
demás. En esta realidad, mi realidad, se ha desatado una guerra. Por la vida y
la muerte. La balanza de la existencia se ha vuelto muy inestable. Lo que
significa que morirán como ustedes señalan muchas personas. Incluyéndote a ti.
No obstante, aún no es tu momento. E increíblemente y aunque las dimensiones,
los planos, las realidades son distintas, todas se interconectan.
- ¿Se interconectan?
-
Así es. Todo lo que hagas hoy, todo lo que hagas en vida, tendrá eco en la eternidad.
- ¿Cómo puedo ayudar a los demás?
- Tú tienes cierta simpatía por
dios.
- Dios. ¿Dios existe?
- El nombre no es importante. A
la fuerza universal fundamental que tu llamas dios se le ha llamado también: el
Amo, el Patrón, el distinguido, el verbo, el caballero, el salvador, el inventor,
el fundador, el compositor, el hacedor, el omnipotente, Yahvé, Jehová,
Alá, Jesucristo, Jesús, Cristo, Nazareno, Redentor, Mesías, Todopoderoso, Altísimo, Creador, Padre, Titán entre otros. Yo también tengo un Dios.
- ¿Y lo conoces?
- Llegara el momento de
conocerlo.
- ¿Tú también mueres?
- Todos viven. Todos mueren. Lo importante
de este momento es de intentar hacer las cosas de manera tal que todas tus
acciones tengan o produzcan efectos en tu especie y las otras. Trasciende. Intenta
observar. No solo veas; Observa.
- ¿y si me matan en el camino?
- ¿Le temes a la muerte?
- Si.
- Pero si no la conoces, ¿Cómo puedes
temer a algo que desconoces?
- Tienes razón. ¿Qué hago ahora?
CONTINUARA…
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