El Enfermo. - Parte I


. El 
enfermo.

. Parte 

I.

                … y como todos los días el enfermo se levantó. Se miró al espejo y encontró que era el hombre más atractivo de la Tierra. Miro por la ventana de su casa y encontró todo feo. Excepto el. El enfermo se bañó, se perfumo, desayuno, se vistió y fue al trabajo.
                El enfermo trabajaba durante el día. Y reclamaba porque eran demasiadas horas. Quería siempre estar de vacaciones. Cuando llegaba al trabajo encontraba todo mal. Todo estaba desordenado para tan magnifica mente. Y todo debía quedar como él deseaba. Si no se hacía como él quería él pensaba que todo estaba mal. Tenía esa característica de pensar que el mundo pasaba a través de sus ojos y que él era el filtro único humano en el planeta. Es decir, el mundo era lo que el observaba, percibía, pensaba, memorizaba, recordaba, anhelaba, deseaba, construía, comía, divagaba, analizaba, sintetizaba, deducía e inducia.
                El enfermo solo creía en él. Solo en él y en nadie más. Cuando veía algo diferente sufría de grandes dolores de cabeza y estómago. Un día alguien pensó diferente a él. Su mejor amigo lo llevo al doctor. En la consulta el enfermo reclamo por más de cinco minutos por qué no lo atendían. Hasta que al final lo atendieron. El doctor le señalo de que adolecía y el enfermo le dijo que estaba equivocado. El enfermo le dijo al doctor que no tenía la razón. El doctor le dio algunas pastillas. El enfermo las tiro al suelo.
                Mientras caminaba otra vez a su trabajo el enfermo decidió ir a tomar una taza de café a una tienda. Pidió el café. Se sentó. Observo a la persona que atendía y mintió. La persona que atendía según el enfermo le había dado mal el vuelto. Por tanto, la persona que atendía tuvo que darle más dinero. No obstante, la persona que atendía sabía que había entregado bien el dinero. Pero, como buena trabajadora para no discutir le regalo parte de su sueldo. El enfermo no se inmuto. En lo más mínimo. Según el mismo las personas deben ser fuertes. Al enfermo no le interesaba pasar por encima de los demás. Como él veía todo desde su perspectiva nada estaba mal para él.
                El enfermo dejo el café y fue al trabajo otra vez. Una vez ahí se le pregunto por unos informes que debía entregar y respondió que lo tenía su compañero. El jefe fue donde el compañero y el compañero le dijo al jefe que no tenía el informe. El enfermo nunca le había dado el informe. El enfermo otra vez mintió.
                El enfermo un día enfermo. Bueno… enfermo más que de lo que estaba. No solo le molestaba lo que se hablaba a su alrededor, sino que le comenzó a molestar su propia existencia. Fue ahí que comenzó a pensar en Dios. Intentaba durante el día hablar con él, pero dios no le respondía. Entonces, el enfermo decidió inventarse un dialogo con él.  Según el enfermo Dios le hablaba. Pero dios jamás le dirigió la palabra. Con esta nueva aventura el enfermo se dirigió como todos los días a su trabajo y le conto a cada uno de sus compañeros que Dios le hablaba. Hasta que uno de sus compañeros le pregunto:
-        -   ¿Y qué te dice Dios?
-       -    Que soy el mejor…




CONTINUARA….. 

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