El Enfermo - Parte VI - Parte Final - dedicado a mis amigos de Alemania


                El enfermo no tenía remedio. Jamás cambiaría. Jamas se arrepentiría. Seguía utilizando a los demás como escudo para sus faenas. Durante las noches el enfermo pasaba largas horas intentando hacer encajar lo que decía, lo que pensaba y lo que haría. Claramente se mentía a sí mismo, mentía a los demás y construía mentiras sobre mentiras. No obstante, alguien siempre le creía.
                El enfermo se sentía excesivamente preocupado o innecesariamente responsable de algunas cosas, tenía  preocupaciones crónicas e irracionales sobre la suciedad y los gérmenes o sobre contaminarse de alguna manera, experimentaba constantes impulsos agresivos; sin embargo, estos impulsos solían  manifestarse como imágenes intrusivas en su mente, pero no siempre se convertían en acciones, también veía imágenes inapropiadas, desagradables e indeseadas de carácter sexual y/o religioso, sentía preocupaciones excesivas e irracionales sobre el orden, la disposición y/o la simetría de los objetos, tendía a arreglar los objetos constantemente y comía en un cierto orden o patrón.
Durante el día e incluso la noche  verificaba  irracionalmente y luego volvía a verificar que se hayan realizado ciertas actividades (tales como chequear repetidamente que las puertas estén cerradas con llave), acumulaba objetos, experimentaba la imposibilidad de dejar de repetir ciertas frases y  se lavaba  las manos repetitivamente.
En ocasiones, experimentaba la incapacidad de dejar de realizar actividades repetitivas (tales como tener que encender y apagar la luz varias veces antes de salir de una habitación), tuvo un desempeño escolar deficiente, conllevando al fracaso académico, poseía un desempeño laboral deficiente, conllevando a la pérdida del empleo, a veces y  presentaba conductas autodestructivas.
Además, se caracterizaba por ser una persona  rígida, perfeccionista, dogmática, rumiadora, moralista, inflexible, indecisa, emocional y cognitivamente bloqueada.
 Era excesivamente disciplinado, mantenía una vida muy regulada y estrictamente organizada. Se preguntaba continuamente si hacia bien las cosas o si estaba errando, lo cual lo conducía a la indecisión, posponer decisiones y tareas.
Le aterraba  cometer errores. Constantemente tendía a resolver bien las tareas técnicas y detalladas pero no discernía bien las cualidades sutiles como el tono global de una reunión. Nunca percibía  los matices emocionales de las situaciones.
Invocaba repetitivamente la moral, las costumbres, la propiedad, el protocolo y las reglas para dirigir su vida y querer dirigir la de su familia, así determinaba lo que se debía hacer en cada caso. Deseaba que todo se ejecute según sus normas y le desagradaba quien no las acataba. Quien no acataba sus normas el enfermo lo resolvía inventando situaciones no reales donde los que no estaban de acuerdo con el eran victimas de sus creaciones bizarras y fantasiosas. 
Su creencia religiosa  era tomada como verdad absoluta hasta el punto de que los demás lo veían  como una persona terca. Era exigente, carecía de empatía y desaprobaba la expresión espontánea de afecto. El enfermo no era cariñoso. 
Para expresarse correctamente, pensaba  mucho sobre lo adecuado de cada una de sus palabras. Parecía extremadamente educado, sin embargo esta postura obedecía más a una forma de ceñirse a las convenciones sociales que al deseo de una relación cálida y respetuosa. Por tanto, siempre se le veía incomodo en reuniones familiares y sociales. Al enfermo siempre le molestaba algo. 
Escogía cuidadosamente las palabras que usaba en sus conversaciones para ser preciso y objetivo con referencias intelectuales o abstractas, pero sin revelar nada de ellos mismos. Es decir, era un discurso sin contenido o base real. El enfermo era el rey de la no- realidad. 
No tenía relaciones estrechas y no confiaba en los demás puesto que los demás no pueden hacer las cosas con el grado de eficiencia que el requería. No confiaba en que los demás podían  hacer las cosas correctamente.
Era tacaño con el mismo y con los demás y para él,  el dinero es algo que había que almacenar para posibles desgracias futuras.
Se proponía objetivos muy elevados, a veces poco realistas tanto para sí, como para los demás, sobre todo para con sus subordinados. Cualquiera que se tomaba  demasiado tiempo libre era llamado “vago”.
El enfermo pensaba constantemente; “debo evitar los errores a toda costa”, “existe una respuesta correcta para cada situación”, “debo percatarme de los errores inmediatamente para no cometerlos”, “si uno comete un error, se le ha de criticar inmediatamente y no tolerarlo”, “cualquier desviación de lo correcto es inmediatamente incorrecto”, “para ser una persona valiosa no se pueden cometer errores”, “si no realizo esta tarea a la perfección será evaluada como terrible”, “si hago las cosas mal, eso quiere decir que soy una persona inaceptable”.
Estaba continuamente en la retaguardia, esperando que algo terrible le ocurriera. Solía ser intransigente consigo mismo y con los demás. Consideraba a los demás como desorganizados e inefectivos. Mientras que el mismo era auto-evaluado como magistral, inteligente, único e importante sobre todos los demás.
El enfermo se consideraba a sí mismo como entregado al trabajo, digno de confianza, meticuloso, prudente,  eficaz y leal. No obstante, no era real. Era la mascara para lograr sus objetivos egoístas y personales. 
Siempre negaba tener conflictos sociales y se mostraba ante los demás razonable y maduro para resolver cuestiones que generan ira en los demás. Presentaba ante los demás pensamientos positivos y comportamientos encomiables, aunque realmente se encontraba continuamente tenso y sombrío.
                El enfermo también sufría en ocasiones de pánico, ansiedad generalizada, ansiedad social, fobias específicas,  ideas depresivas,  tics y trastornos de la alimentación.
                De todos modos, ni una gota de ética, moral y valores ocupaba el enfermo para realizar su actividad del pensar. Solo poseía primitivos argumentos que le posibilitaban anudar su discurso. De hecho admiraba a los sofistas, antiguos griegos que ocupaban razonamientos  capciosos y argumentos falsos  con el que se pretendía defender algo falso y/o confundir al adversario en el diálogo o discusión. Como el enfermo no sufría de una enfermedad porque vivía en ella si su padecimiento se reflejaba en otro lugar: su cuerpo.
              El cuerpo del enfermo sufría. Sentía dolores, tormentos, horrores que solo con medicamentos podía contrarrestar. 
              Pasaron los años y así como llego, el enfermo desapareció.  En efecto, la última vez que vi al enfermo fue después de una reunión. Desapareció sin dejar rastro alguno.
                He intentado dibujarlo muchas veces. Y muchas veces he fallado. Él ha desaparecido. No obstante, suele aparecer bajo la máscara o la representación y en la práctica bajo el lecho de lo bueno, lo único, lo que hay que hacer.
                He intentado dibujarlo muchas veces. Y muchas veces he fallado. Él ha desaparecido. Sin embargo, suele aparecer como comportamiento en ciertas personas bajo la máscara de religión, dios, ángel, de lo correcto, de lo moral, de lo ético, de lo valórico, de lo bello, de lo sublime, de la misión que se debe cumplir en la Tierra.
                 He intentado dibujarlo muchas veces. Y muchas veces he fallado. Él ha desaparecido. De todas formas, y antes de dormir intente hacer algunos bosquejos del enfermo. Nadie sabe de él,  ni sus más cercanos, ni sus más lejanos amigos.
                Espero no verlo nunca más. Es peligroso. Y si lo ven intenten alejarse. No dejarse embaucar. Háblenle pero díganle que siga su camino. Que tú no necesitas de él. Pero que el necesita de una dosis de mucha luz. De sabiduría. De conocimiento.
                Espero no verlo nunca más. Es peligroso. Y si lo ven intenten alejarse. Porque es un experto en la manipulación. Solo piensa en él y nada más que él.
                Espero no verlo nunca más. Y para eso he intentado hacer un retrato de él. Cuidado se reencarna en ti. Es muy fácil. Debes dejarlo ir. Solo decirle que siga su camino si te encuentras con él.
                Debes dejarlo ir. Por que como muchos; aun no encuentra sentido a su vida. El dibujo que hice de él es muy simple. Pienso que lo reconocerás de inmediato. Te mostrare lo que dibuje sin antes advertirte:
NUNCA LO ESCUCHES. DÉJALO IR. SI PIENSAS QUE ESTA EN TI. RECUERDA TAMBIÉN QUE TU TIENES QUE ESCUCHAR EL LLAMADO. EL LLAMADO ES MUY SIMPLE DE ESCUCHAR. EL CONTENIDO DEL LLAMADO ES MUY SENCILLO.
EL LLAMADO ES QUE VINISTE A LA TIERRA A DEJAR LAS COSAS MEJOR DE COMO LAS ENCONTRASTE Y NO HA DESTRUIR EN NOMBRE DE LA VERDAD. VERDAD QUE EL ENFERMO CREE POSEER Y QUIERE COMPARTIR. NO LO ESCUCHES. SOLO DILE QUE SIGA SU CAMINO.
La vida es mas que mentir y construir castillos en el aire sin base ni fundamento alguno. Una de las razones fundamentales de la existencia es crear lazos. intentar acercarse a AMAR Y SER AMADO.
Términos que el enfermo nunca escucho, escuchara y transmitirá. Nunca supe mas del enfermo. Y mi hora ha llegado. Al parecer, estoy listo para emprender otro viaje. a otro planeta, a otra dimensión. Pero parto feliz. Ya que, el enfermo también desapareció. Pero cuidado; puede volver a aparecer. estas advertido. 
Antes de escribir estas ultimas palabras logre dibujar un bosquejo del  enfermo. Es para ti. estas advertido. Y ya sabes muy bien; si lo ves, déjalo ir. Si lo sientes; dile que siga su camino. Aquí te dejo el boceto del enfermo:




               
PAZ...

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