Autómata - De la producción a lo humano - El Banco - Tercera reflexión.











Banco de la ciudad. Lleno de clientes. Todos hablan. Todos hacen silencio. El guardia te mira.
En algún lugar de la ciudad.



                Miro la fila y me doy cuenta que me toca el puesto número 33. Treinta y tres personas antes de mí. Treinta y tres almas necesitan de la orientación del banco. No tengo paciencia.
            La paciencia es un arte. Miro a mí alrededor. Todos están a punto de estallar. Todos no tenemos paciencia. Calculo y me atenderán en una hora más. El tiempo es oro. ¿Por qué perder tiempo en una fila? ¿Por qué no ocupar internet para hacer tramites? La respuesta es fácil: siempre cobran de más. Nadie es millonario. Poco lo son.
                La paciencia es un arte. A mi padre y a mi madre les costó años enseñarme el valor de la paciencia como teoría y como práctica.
            Paciencia es aguante. Pero el aguante tiene límites. Y quien aguanta mucho en algún momento revienta. De alguna u otra forma.  Paciencia es entereza, ya que, expresa integridad. Integridad que permite solucionar o movilizarse en un mundo tan complejo como el actual. Donde somos los mismos seres humanos que inventamos más problemas que soluciones. Paciencia también es conformismo. Como también es resignación. Es aquí donde pierdo la paciencia de solo leer o pensar en RESIGNACIÓN. NO PUEDO PENSAR EN RESIGNACIÓN como método para evitar perder la paciencia.
                El aire acondicionado esta frío. Me duelen las rodillas. El cuello. Las manos. Los pies. A mi lado una señora habla sola. Sin respuesta alguna. Señala que el banco es lento, habla de burocracia, habla de cansancio. Reclama sin ninguna respuesta. A mi lado la fila de discapacitados, tercera edad y embarazadas. En ese momento no hubo discapacitados ni embarazadas. Pero si, estaban presentes muchas personas de la tercera edad. Las observo. Están cansados y cansadas. Pienso, yo también estaré ahí algún día. Nada es para siempre. La juventud no es para siempre. Todos tienen un ciclo. Todo tiene un principio y un final. Me rió.
                No de los ancianos. Me rió de mi imaginación. Imagino que empiezo a reclamar airadamente. Y mi cuerpo de inmediato se siente más liviano. Imagino que reclamo airadamente y mi cuerpo se siente más relajado. Imagino que reclamo airadamente y me siento más humano. Más vivo. Más real. Más conectado. No me resigno. Estoy vivo. Soy real. Estoy aquí y ahora.
                Recuerdo a mis padres. Paciencia. Y ocupo la paciencia para reclamar. No reclamo airadamente. Reclamo. Salgo de la fila y me dirijo donde el guardia. En voz alta le digo:
-    - Sería tan amable de llamar a más compañeros o compañeras para poder agilizar el proceso de atención.
-        -  Hacemos lo que podemos señor- responde el guardia-
-        -    De aviso por favor para que se integren compañeros y puedan ayudar.
-        -    No puedo señor.
-        -    Por qué no puede. – pregunto a punto de perder la paciencia.
-        -    Porque son las directrices del jefe.
-        -   ¿Dónde está el jefe?
-        -    No está en este momento
-         - ¿y donde esta?
-         -   No lo sé.
-          Usted funciona entonces vía wifi. Ya que, este o no su jefe las ideas rondan en su cabeza sin conexión directa con la fuente – señale casi a punto de gritar-
Después de mi última intervención el guardia sin más se retiró. Pero apareció con tres guardias más pidiéndome AMABLEMENTE que dejara el recinto. En ese instante perdí la paciencia y comencé a gritar airadamente. Les había fallado a mis padres. La paciencia había desaparecido. Sin embargo, la paciencia también significa estoicismo que significa entre otras cosas la sabiduría y dominio del alma, que permite liberarse de las pasiones y deseos que perturban la vida. Me había permitido entonces liberar mis pasiones y deseos que perturbaban mi vida. También sentí como mi cuerpo y mi alma se hicieron más livianos de lo normal. Cambie el reclamo desenfrenado por un airado desacuerdo.
Sentí que volaba. Sentí que había traspasado cierto límite. Limite que los clientes también detectaron. La gente observo y algo interesante ocurrió. Los presentes se transformaron en un solo puño. Viendo como me sacaban del banco la muchedumbre al unísono señalo: ¡!!!!!!SI LO SACAS A EL NOS SACAS A TODOS. ATRÉVANSE!!!!!!
Entendí lo peligroso que los seres humanos nos volvemos cuando estamos siendo llevados por la ira. Ya que, un grupo, un equipo, una muchedumbre es muy distinta a la masa. La masa no piensa: actúa.
La masa mata. La masa pega duro. La masa no piensa,  actúa. Tomando en cuenta esta disposición de la masa me detuve en la puerta del banco. No Salí. Y hable con los guardias. Les explique de manera concisa que pasaría si me sacaban abruptamente del banco.
Un guardia me amenazo. El más joven me defendió. Y el más viejo omitió su comportamiento.  
Un guardia me tomo del brazo. El otro me libero. Y el otro nuevamente omitió cualquier movimiento. La masa hablo nuevamente: ¡!!!!!!SI LO SACAS A EL NOS SACAS A TODOS. ATRÉVANSE!!!!!!
En ese momento llego el jefe. Pidió disculpas. A mí. A la masa. Masa que se transformaba nuevamente en clientes. En personas. Inmediatamente se puso a disposición de los clientes tres cajas más. Me atendieron rápidamente. Hubo fluidez. Hubo alegría. Hubo eficiencia y eficacia. Hubo trato más humano. Hubo empatía.
No obstante, aprendí tres grandes cosas: CON LA MASA NO SE JUEGA,  jamás, pero jamás DEBES PERDER LA PACIENCIA y NUNCA, pero NUNCA TE RESIGNES.
No RESIGNARSE al final del camino es lo que nos hace sentir VIVOS.
Más humano.
Más Reales.
No RESIGNARSE te permite volar.







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