El Enfermo - Parte V - Dedicada a quienes no entienden lo que es leer.
El
enfermo supo del hombre consciente. Supo de su existencia. Supo donde vivía.
Supo que era un hombre cualquiera. Como tú. Como yo. Sin poder. Sin grandes
tesoros. Solo con su mente. Solo con su cuerpo. Solo con su espíritu. Solo con un ideal. Y era un
ideal muy simple: era el ideal de hacer las cosas bien. Era el ideal de ser correcto.
El enfermo
llamo al hombre consciente. El hombre consciente fue llamado a la oficina del
enfermo. El hombre consciente llego a la oficina. La entrada del edificio donde
estaba la oficina estaba resguardada por
muchos guardias. La oficina del enfermo quedaba al fondo. En el tercer piso del
edificio. Al entrar el hombre consciente dio cuenta que una secretaria le
esperaba. La secretaria estaba separada de la oficina del enfermo a más de
cincuenta metros. Mientras esperaba se escuchaba que el enfermo hablaba con la
secretaria a través de un intercomunicador. El enfermo le daba órdenes. Y la
secretaria escuchaba. El enfermo le pidió que le recordara las actividades de
hoy, mañana y pasado mañana. La secretaria dijo:
-
Hoy a las 15.00 tiene una reunión. A las 16.00
hrs tiene otra reunión. A las 17.00 también tiene una reunión. Mañana y pasado
mañana a la misma hora la misma actividad. Sin olvidar entregar al pueblo lo
que tanto necesita.
-
Excelente. Al pueblo se le regalan cosas. De esa
forma no reclaman. O piensan que se les ayuda- comento el enfermo-
Después de unos cinco minutos más de
conversación el enfermo pregunto si había llegado el hombre consciente. La
secretaria del enfermo respondió afirmativamente. El enfermo pidió que pasara.
La secretaria le indico al hombre consciente
donde estaba la oficina. El hombre consciente camino alrededor de tres
minutos antes de llegar a la oficina del enfermo. Mientras caminaba pudo
observar que el pasillo también estaba
muy resguardado por guardias. Armados. ¿A qué le temía el enfermo?
La oficina del
enfermo era extraordinariamente grande. Al igual que el ego del enfermo. El
enfermo le ofreció al hombre consciente sentarse y el hombre consciente lo hizo.
Un
silencio ensordecedor se paseó por la oficina durante un largo minuto. La
tensión era obvia. Ninguno hablaba. Solo se miraban intentando comenzar el
dialogo. Dialogo que no tenía conexión alguna. Ya que, en ese eterno minuto y
sin palabra alguna la magia del existir pudo demostrar que a veces en silencio
o no las personas poseen esa capacidad para entenderse. Se llama empatía. Y
como el enfermo nunca se colocaba en el lugar del otro no sabía cómo comenzar
el dialogo. El hombre consciente muy tranquilo miraba que las paredes solo tenían
fotos del enfermo con muchas personas reconocidas. Pero lo que no pudo observar
fue si el enfermo poseía algún estudio. O algún título que fundamentara el
poderío del enfermo. O algún titulo que fundamentara todas las responsabilidades
del enfermo. Ya que, el enfermo no emitía ningún sonido el hombre consciente
impulso la comunicación diciendo:
-
¿Cuál es la razón de su llamado a su oficina?
-
Usted sabe mejor que yo el por qué.
-
Es un misterio para mí como para usted ya que si
me llamo es porque necesita saber algo de mi persona o de mis efectos. O mejor
dicho de mí accionar. Si no me pregunta solo estaría divagando o inventando. O en
el mejor de los casos dejándose llevar por la imaginación. Es decir,
construyendo edificaciones imaginativas sin fundamento alguno basado solo en
fragmentos lingüísticos que no le son propios.
-
Usted habla demasiado.
-
Hablo lo justo. Ni más ni menos. Hablo lo que se
tiene que hablar. Hablo lo que aprendí. Lo que considero importante.
-
Al parecer, usted piensa. No sigue la corriente.
Va en contra de ella.
-
Por supuesto que pienso. y no voy en contra de la corriente. Solo pienso. Pensar es libertad. Libertad
es la forma más sublime de sentir la existencia.
-
Yo también pienso. Pero pienso estrategias. Todo
el día pienso estrategias.
-
¿Para gobernar sobre quién o qué?
-
La gente necesita alguien que guié el existir y
los pasos de un futuro. La gente no piensa por sí misma. Necesita siempre de
alguien que le esté dando órdenes.
-
¿Usted señala que la gente no piensa?
-
Así es.
-
Pues tiene toda la razón. Ya que, la gente solo
es un conglomerado de seres humanos. Son la marea de lo inconsciente. La marea
sin norte. Las personas son iguales que la gente. Lo que necesita el existir
son seres humanos. Solo los seres humanos se convierten en
sujetos. Los sujetos piensan.
-
Yo pienso.
-
¿Por los demás?
-
Yo pienso por los demás.
-
¿Cómo?
-
A través de mi trabajo.
-
¿Cuál?
-
El de intentar construir un mejor futuro.
-
¿Negando y neutralizando al ser humano?
-
….
-
….
CONTINUARA….
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