Cartas a Dios: XI - En algún lugar entre la duda y la necesidad de creer.

Querido Dios: En algún lugar entre la duda y la necesidad de creer. Señor: Es demasiado extraño que durante siglos te hemos invocado los hombres y mujeres; con temor, con fe, con resignación o, como yo ahora, con una mezcla de irreverencia y suplica. Te escribo con la libertad que solo concede la incertidumbre, y también con la esperanza – esa adicción incurable del espíritu humano – de que, si existes, leas esto, y si no, que al menos me sirva para organizar las preguntas que me carcomen el alma desde hace años. ¿Por qué, señor, debemos vivir bajo tu mirada constante? ¿Por qué esa eterna supervisión, ese ojo invisible pero omnipresente, como el de un centinela que nunca duerme, vigilando nuestros pasos, nuestros pensamientos, incluso nuestros pecados más íntimos y nuestras virtudes mas solitarias? ¿No es eso, acaso, una forma sutil – y sin embargo implacable – de dictadura espiritual? ¿Un gran hermano celeste que, a diferencia del de Orwell, no necesita cámaras ni mi...