Para - Normal: Un Viaje al Cosmos / La Casa Familiar - Parte 1
Toda familia hereda casas o
departamentos. Algunos bienes están en la ciudad, otras en la playa, otras
cerca del rio, algunas en montañas, y otras en el campo.
En mi caso herede una en la
ciudad, una en la playa, una cerca del rio, una en la montaña y otra en el
campo. Todo esto gracias a mis abuelos que emprendieron una empresa hace más de
cien años de galletas. Aunque no me gustaban, eran muy ricas. Y lamentablemente,
mis abuelos ya no estaban conmigo.
Esta vez junto a Emily habíamos
decidido ir al campo. A ella le encantaba. A mí no. Yo prefería la playa. La casa
en cuestión quedaba en el corazón de un apacible pueblo, a ocho horas de la
ciudad. El pueblo era muy tranquilo. El campo estaba rodeado por campos de maíz y bosques
frondosos. En medio, se alzaba una antigua casa. Grande y muy linda. Mi casa.
Cuando llegamos nos esperaba
Doña Norma y Don Carlos, nuestros cuidadores por años de la casa. Ellos compartieron
mucho tiempo con mis abuelos. Yo recién comenzaba a conocerlos.
Esta parte del campo se conocía
por constantes desapariciones que aún no tenían explicación. Lo extraño era que
solo desaparecían personas de edad muy avanzada. Excepto por uno: Don Antonio.
Pregunte a don Carlos si aún
vivía don Antonio a lo que asintió. Pregunte donde lo podía encontrar a lo que respondió
que cerca de casa a unos veinte minutos caminando. No obstante, don Carlos me
hizo una advertencia: “Don Antonio esta con demencia senil y habla muy poco. Pienso
que está en sus últimos días”.
Don Antonio era conocido en
el pueblo por que hace diez años había desaparecido y no se supo de él por un
año. Su esposa, que en paz descanse, atribuía su desaparición al alcohol y las
mujeres.
Cansado y observando un
hermoso atardecer acordamos con Emily visitar a Don Antonio al otro dia. Y la visita
era porque se se lo había prometido a mis abuelos antes de que partieran. Recuerdo
haber comido, lavado mis dientes conversar con mi esposa unos minutos y
posteriormente haberme desvanecido del cansancio.
El canto de los pájaros y el
suave susurro del viento entre los árboles lograron despertarme a eso de las
seis de la mañana. Emily aun dormía. Me levante y me dirigí a la ventana que
estaba en el living. Aún era de noche. Como hacia una temperatura agradable me
prepare un café y cogí una silla para sentarme en el patio de casa. Tome mi café
escuchando a la naturaleza en todo su esplendor. Dirigí mi mirada al cielo y comencé
a ver como las estrellas se movían. Satélites debían ser por que las estrellas
no se mueven.
De pronto y de la nada comencé
a sentir susurros y eran al parecer humanos. Los susurros venían de todos
lados. Del bosque, del suelo, del cielo, del aire. Los susurros se volvieron
más claros y persistentes, como si algo o alguien intentaran comunicarse. Pero de
la nada se detuvieron.
De pronto, Apareció Don Carlos
– dándome un buen susto - y dijo:
-
Los susurros comenzaron con la partida de su
abuelo y de su abuela. Aún no sabemos porque.
-
Y pasa todos los días – pregunté-
-
Sí. Todos los días. A la misma hora. A la
misma hora don Alejandro – replico Don Carlos.
Cambie el tema de conversación
y hablamos acerca de la compra de ciertos repuestos que necesitaban las máquinas
de la casa cuando el sol comenzó a despertar e iluminar todo el campo. Termine de
hablar con Don Carlos y fui a despertar a Emily.
Desayunamos, nos aseamos,
nos vestimos y caminamos a casa de Don Antonio. El camino hacia la casa de Don Antonio
era mágico. Arboles por todos lados, alguno que otro roedor de campo, muchos
ruidos de animales y el sonido eterno de una cascada cerca de nosotros.
Ya cerca de la casa de Don
Antonio observe que a los lejos alguien se acercaba nerviosamente y rápidamente.
Ya más cerca pude ver que era el mismísimo don Antonio. Alce la mano para que distinguiera
mi presencia a lo que él hizo lo mismo pero no abandonó su rápido desplazamiento.
Ya a mi lado me abrazo muy
fuerte. Y cuando le iba a dar la mano para saludar note que lloraba a lo que
pregunte:
-
¿Don Antonio se siente usted bien?
-
Si existen - me dijo- … si existe… – continuo
diciendo mientras secaba sus lágrimas.
- ...
-...
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