Historias de Terror : La nueva Ventana
Desde
que ese objeto tan blanco, pálido, frío, insípido pero con vida, entre
comillas, llegó a casa, todo cambio. Cuando recuerdo esto no puedo dejar de recordar
la cara de mi madre. Su rostro preocupado y silencioso daba a entender el desprecio
por los objetos de extrema tecnología. Sus gestos eran del todo entendibles,
despreciaba las maquinas artificiales. De modo contrario, mi padre era
indiferente ante tal acontecimiento y solo confiaba a nosotros la tarea de uso
y desuso del aparato.
Mi
tío se encargó de explicar a mis padres las virtudes y defectos de aquel
aparato que no demostraba ningún sentimiento y emoción. Mi padre con su
característico orgullo no escuchó claramente las advertencias de mi tío y este
solo asentía con un leve movimiento de cabeza ante los comentarios tan
acalorados que mi tío hacia. Lo último que escuche de mi familiar fue “ten
cuidado con la nueva ventana por que los puede transportar a innumerables
dimensiones” – si, dijo mi padre con voz despreocupada -.
En
mi hogar, las ventanas eran inmensas y de diferentes colores. Por ejemplo, en
la cocina existía una que cuando el sol se posaba por las mañanas reflejaba
colores como el azul, él violeta, el rojo, el amarillo y dejaba de mostrar sus
colores cuando el atardecer hacía su espectacular entrada.
El
baño tenía una ventana que era imposible mirar hacia adentro como hacía afuera.
Creo, que era una de las ventanas más hermosas de casa. Y lo digo porque era
esa ventana la que me permitía pensar, divagar y soñar por las dimensiones y
sentidos más extraños. Una vez mi concentración fue tan exacerbada que el sueño
se incorporo en mi cuerpo. Recuerdo que aparecí en un campo. El día era
lluvioso y hacía un frío terrible. Yo, no llevaba más que mis pantalones negros
mi camisa negra y zapatos del mismo color. A mi lado se encontraba un
dispositivo de rara forma. Era algo parecido a una espada pero su extraña forma
me impedía definirla correctamente. Tome ese algo parecido a una espada y empecé
a caminar por aquel campo y a lo lejos escuchaba que algo o alguien decía muy
despacio “ Zephirot “. Trate de alcanzar el sonido y la cosa o cosas que
producían ese raro nombre pero mi hermano más pequeño me despertó de aquel
insólito sueño despierto. Este reclamaba por el baño y de mí imprudencia por
pasar tanto tiempo en él. En fin, esa ventana tenía algo especial.
Con
respecto a la ventana de mis padres era más bien gris. Pienso que pudo deberse
a que ellos eran tan serios, tan alejados de afectividad, tan efímeros a
calurosos modos de demostrar alegría que la pobre ventana asimiló lo que ellos
proyectaban.
Mi
ventana era más bien de color azul. Y era en la noche cuando yo apreciaba con
mayor emoción ese color. Y lo apreciaba porque la luna acompañaba a mi ventana
a lo largo de toda la noche. Cuando había luna llena el color azul entraba en
demasía y era tanto que a veces tenía que dormir en el dormitorio de las
visitas.
El dormitorio de mis hermanos era peculiar.
Pasaba todo el día y la noche cerrada y no tenía ventana.
Una
vez en la madrugada como a las cinco, mi madre despertó asustada y pedía por
favor con urgencia que le trajeran un vaso de agua. Ya todos despiertos y
preocupados por tal acontecimiento preguntamos
él porque de tal hecho. Solo nos dijo que soñaba que se ahogaba y que no
podía respirar. Mi padre la acompañó casi una hora después de aquel susto y yo
con mis hermanos nos quedamos conversando en la pieza de las visitas hasta el
amanecer. Yo pregunte que opinaban de aquella nueva ventana que se encontraba
en el tercer piso de nuestra casa. Mi hermano más pequeño “ Lind “ dijo que
estaba asombrado por que aquella ventana no terminaba jamás de abrir y cerrar.
Mi hermano de al medio “ Fert “
dijo que a veces se asustaba cuando la abría por que tenía miedo de no volver
con nosotros y de quedarse paseando por ahí en esos sentidos artífices. De
pronto, cuando ya mis padres dormían les
propuse a ambos que fuéramos a abrir aquella ventana. Lind dijo que teníamos
que hacerlo con bastante silencio porque si nos pillaban nuestros padres
traerían consigo ideas y pensamientos grises. Yo les dije que respondería con cara azul si los gigantes amargados nos
atacaban con sus grisáceas caras.
Empezamos
a caminar por el pasillo y sucedió lo inevitable; a Lind se le calló el florero
que estaba junto al pasillo. El silencio ensordecedor que se produjo pudo haber
roto hasta una generosa barra de fierro. Pero nuestra paciencia y extrema
tranquilidad nos permitieron seguir a nuestra misión; abrir aquella ventana.
Cuando el susto había pasado empezamos a comunicarnos vía gestos. Los más
graciosos eran los de Lind porque eran de difícil entendimiento.
Nunca
pensé que el pasillo tuviera tantas trampas. En ese momento a pocos metros de
nuestra meta se prendió una lámpara. La visión aterradora provenía de la pieza
de mis padres. - Silencio – indique con un gesto. Los rostros de horror de mis
hermanos fueron tal que el mejor director de cine de terror los habría
contratado sin reparos ofreciéndoles una gran fortuna. Mi corazón se quería
salir por mi boca. De pronto, mi padre se levantó y mis hermanos y yo nos miramos. No sabíamos si
llorar o gritar. En un momento se me ocurrió emitir un sonido de
perro o de gato para desviar la atención de mi padre pero no lo hice
finalmente. Si mi padre nos pillaba no podríamos abrir esa ventana en
aproximadamente un mes. Además nos dejaría sin cena alrededor de dos semanas y
también no nos daría nuestra mesada diaria. En fin, las consecuencias serían un
desastre.
El
silencio acaparó la atención de nosotros y por acto de magia la luz se fue
alejando gradualmente de nuestra percepción. Nos hemos salvado- dijo Lind -. Si
– dije yo- pero aún no cantemos victoria, todavía es necesario subir hasta el
tercer piso -.
Subiendo
las escaleras, hacía el segundo piso, dormía nuestra mascota; Dina. Ella no era
rabiosa y ni siquiera mordía. Hacía algo peor. Cuando localizaba a algún
miembro de la familia lloraba de emoción. Nunca entendí esa conducta de mi
mascota, por lo menos yo, jamás lloré de emoción por algo o alguien. Primero
paso Fert, después Lind, y al final pase yo. La perrita no se hubiera dado
cuenta de nuestra presencia si yo no hubiese pisado su cola. Nos miro primero y
empezó a ladrar y mientras tanto la luz de mis padres nuevamente se prendía.
-
Cállate – le dije, pero
no me hacía caso -.
-
Cállate – le dijo fert
– y Dina comenzó a llorar -.
-
¡ahora sí que estamos perdidos! – murmuro casi
llorando Lind por el castigo que se venía llegar y por que al parecer jamás
podríamos ver esa ventana tan esquiva. Los pasos de mi padre se sentían desde
lo lejos. Yo tenía en mis brazos a Dina y seguía llorando de emoción. Cuando a
menos de un metro se encontraba mi papá de nosotros y la oscuridad nos envolvía
con sus hermosas sombras dijo: ¡quien anda ahí ¡ ¿Niños, son ustedes? –Repitió
ya enojado-. Solté a Dina para que pensara que era ella y esta se quedo
moviéndome la cola. A Fert, sin embargo, no se le ocurrió más que pegarle una
buena patada en el trasero. La pobre Dina se tropezó por todas las escalinatas
sin más hasta llegar a los pies de mi papá.
-
¡a ha, eras tú perrita traviesa¡ - dijo mi padre- . Vamos a acostarnos que
aquí el cuco te puede comer- continúo
diciendo-. A Lind casi se le cae la cara riendo
en silencio. Se reía de papá y de
creer que Dina entendería que el cuco se la podría comer.
En
el tercer piso, tropezamos con los ceniceros, con los muebles, con los cojines,
con la televisión, hasta con la nueva ventana. ¡Es increíble!, Aclare yo
murmurando, ¡cuando menos ruido quieres hacer más lo haces!
-
Lo logramos – expreso
Lind saltando de alegría –.
La felicidad se apodero de nosotros y empezamos
a buscar la nueva ventana. Esta se encontraba en una mesa de madera y tenia
impresora, Mouse, micrófono, unos parlantes gigantes, C.P.U, y una pantalla
espectacular.
-
¿Y, ahora que hacemos?
– pregunto Lind-
-
Lo mismo que queríamos hacer todas las noches.
¡Abrir la nueva ventana!- dije riéndome.
-
¿ Siempre son así de
chistosos?- aclaro Fert enojado-
Empezamos
a buscar algún botón para que la nueva ventana se abriera. No la podíamos
encontrar. De pronto, Lind por acto de
magia apretó un interruptor y por fin aquella ventana tan esquiva se abrió. Nos
sentamos frente a ella y todos quedamos paralizados. Que espectáculo más
hermoso. Delante de nosotros empezaron a aparecer una infinidad de imágenes y
colores de extrema brillantez. Un señor llamado” cursor” nos dio la bienvenida con un sin fin de
sonidos.
-
¿Qué hacemos ahora? –
Preguntó Lind-.
-
Aprieta ese botón –
exclamo Fert-
-
¡No, ese es el de autodestrucción!- dije enojado y
asustado por lo desconocido de ese portal -.
-
¡A ah, hay que hacer lo
siguiente- dije Yo -. Primero es necesario cerrar todas las ventanas anteriores
y posteriormente abrir esta. Es cuestión de lógica, ¿o no? Mis hermanos
asentaron con un exacerbado movimiento de cabeza. Mientras cerrábamos las
antiguas ventanas y abríamos la nueva un extraño olor comenzó a salir del
dormitorio.
-
¿ Sienten ese olor?-
pregunto Lind un poco asustado-
-
No, disfruta el
silencio- dije -.
-
No pasa nada compadre –
exclamo Fert-
-
Lo que pasa es que es
el silencio lo que me asusta.- argumento Lind-.
-
Entonces, cállate y que
el silencio sea tu juez- increpo Fert-
Después de las palabras de Fert nos quedamos
frente a esa ventana hasta el amanecer y antes de ir a acostarnos la nueva ventana
dijo: “Ahora no puedes apagar el sistema “. De pronto, nuevamente el olor que
Lind había sentido y del cual no hicimos caso comenzó a salir por todos los
rincones de la pieza y del tercer piso. Era un olor muy desagradable algo así
como a flores podridas.
-
Ahora si que siento el
olor – dijo Fert-
-
Yo también lo siento –
dije un poco asustado-.
-
Ven que tenía razón –
exclamo Lind –
En
ese momento, la fragancia se hizo más notoria
mientras que la nueva ventana insistía en que no podríamos apagar el
sistema. Lind, de pronto, comenzó a caer lentamente en el suelo y susurraba que
la ventana de su pieza era más hermosa y generosa que la nueva. Fert, por otra
parte, pedía en silencio que dijéramos algo por que el silencio al parecer le
era insoportable. Yo, por mi parte veía como Lind empezaba a dormir y como Fert
no hacía más que cerrar sus ojos. No podía hacer nada por mis hermanos algo o
alguien lo impedía. Mis músculos no funcionaban, mi nariz ya no olía, mis
labios se encontraban muy secos, mi piel comenzaba a llorar agua,
mis oídos solo reclamaban por algo de ruido y mis ojos sólo me entregaban
imágenes de mi ventana azul y de su acompañante la luna. No podía hacer nada.
No podía hacer mucho.
Al
parecer había sido derrotado. Sin embargo,
antes de caer en el total letargo
sentí otra vez que algo o alguien decía “”” Zephirot”” muy cercano a mí.
Apareció la supuesta espada a mi lado y también las imágenes de mi dormitorio pero
esta vez con más fuerza y nitidez.
Otra
ventana se abría…
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