El susurro del alma - Ecos del Pasado
Vivo en una ciudad
tranquila. Las calles empedradas cuentan historias silenciosas y las luces de
farolas titilan como estrellas distantes. Soy bibliotecario, me apasionan los libros y el misterio que encierran sus páginas
Desde temprana edad, me encerré a
voluntad entre libros ,ya que, asustado experimentaba extrañas sensaciones de
déjà vu, es decir, momentos fugaces en los que sentía que ya había vivido algo antes, como si el tiempo tejiera
patrones que solo yo podía ver, sentir y percibir. Nunca pude determinar si era
un castigo o una bendición.
Una mañana, mientras coloca
libros en los estantes de la biblioteca, una mujer misteriosa entró. Su mirada parecía atravesar el velo del
tiempo, mientras yo sentía un escalofrío recorrer mi espalda. Sin embargo,
antes de que pueda decir una palabra, la extraña mujer se retiró con un
enigmático susurro: "Nos encontraremos de nuevo".
Pasaron días y yo en la
biblioteca, no podía dejar de olvidar las palabras de aquella mujer: “nos encontraremos
de nuevo”. ¿La conocía? ¿Dónde la había visto antes? ¿Me conocía? ¿Estaba
interesada en mí? Todo era muy extraño.
En mi mente, los fragmentos
del pasado y el presente se entrelazaban, formando un tapiz confuso de
recuerdos y premoniciones. Todo el dia, todos los días, todos estos años.
En un oscuro rincón de la
biblioteca, al otro dia encontré un antiguo diario que relata eventos extraños
ocurridos hace siglos en la ciudad. Las páginas amarillentas hablan de un ciclo
eterno, de almas destinadas a encontrarse una y otra vez, atrapadas en un bucle
infinito de amor y tragedia.
Con el corazón latiendo con
fuerza, comencé a comprender que algo al parecer me unía a aquella misteriosa mujer.
Termine mi turno en la
biblioteca, compre flores y me dirigí al cementerio a dejar unas flores a mis
padres. Pase horas y horas sentado hasta que la noche cayó por completo. Me levante
y mientras caminaba observaba las lapidas.
De pronto, una lápida llamo sorpresivamente
mi atención. Era un antiguo símbolo grabado en una lápida. La inscripción hablaba
de sacrificios y renuncias, de la necesidad de liberar el alma del pasado para
encontrar la redención en el presente.
Continúe mi caminata de
regreso a casa. Mi corazón comenzó a latir más rápido, sentí un leve mareo. Pare
de caminar. Armado con coraje y determinación, levante la mirada e
inevitablemente mis ojos se cruzaron con los ojos de la mujer misteriosa que
estaba a metros de mí. La misma de la biblioteca.
Sus ojos contenían siglos de
dolor y anhelo. En un instante de claridad, comprendí que debía acercarme. Lentamente
lo hice.
Cuando estuve a su lado me
di cuenta que llevaba consigo un amuleto. Exactamente igual a la lápida que había dejado atrás. Ella me
mostro el símbolo antiguo, cogió mi mano y puso el amuleto y con sus manos lo apretó
junto a mis manos y las suyas.
Un resplandor intenso como
si mágicamente la noche se trasformara en dia apareció ante mis ojos. Y ella junto a mí. Como si de una película se
tratase ante mis ojos comenzaron a aparecer imágenes de muchos tiempos, de
muchas épocas, de muchos momentos. Siempre ella estaba ahí. Siempre fue ella. Ella
era. Ella era mía. Yo era de ella. Nos pertenecíamos. Y me encontró. Y la encontré.
Y la encontré…
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