Infausto - Parte I -
¿Para qué levantarme? ¿alguien se daría cuenta?
No creo. Pienso que nadie notaria mi inasistencia en el trabajo. ¿al menos sabrán
que trabajo ahí? No creo. A veces, paso por el pasillo antes de sentarme en el escritorio. Saludo. Y nadie me dirige la palabra.
Ni
siquiera un gesto. El gesto es importante. Según los científicos los seres
humanos poseemos unas neuronas que se llaman de espejo. O neuronas espejos. Ellas,
las neuronas, cuando son producidas por un cuerpo y un alma producirían en otro
cuerpo y alma la misma respuesta. Por tanto, si un cuerpo y alma me sonríen;
uno sonríe. Si un cuerpo y alma llora; uno llora. Si un cuerpo y alma saluda se
esperaría que te saludaran. Pero, a mí nadie me saluda y, por tanto, no puedo
activar mis neuronas espejo.
Me
siento en mi escritorio. Es lunes. El día más aburrido de la semana. Aunque en
los últimos seis meses los lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábados y
domingos pareciera que fueran un solo día. El mismo día. La misma rutina.
Entro
a trabajar a las 08.00 am. Todos los días a las 10.00 am tenemos reunión. Dura dos
horas. Solo el jefe habla. El piensa que es líder. Pero, no deja hablar. Solo da
instrucciones. Solo ladra. Por lo menos mi perro me saluda por las mañanas y se
ve que está feliz de verme. Quien se hace llamar el jefe siempre se preocupa de
las estadísticas. Todos los días lee el mismo protocolo evaluativo. Solo números.
Solo mapas. Solo esquemas. Solo porcentajes. Solo tendencias. Nunca nada está
bien. Para el todo está mal. Y que podríamos ser mejores dependiendo de las
ventas que realicemos en ciertas horas, días, semanas, meses y años.
A
las doce termina la reunión. Bueno, el ladrido. Después de eso, me voy a
almorzar. En realidad, me como la mitad del almuerzo. Pero gasto un almuerzo
completo. Deberían cobrarme la mitad de un almuerzo. Pero eso es mucho pedir al
capitalismo. Al empresariado no le interesa si te comes un cuarto de la comida,
la mitad o todo. Al mercantilismo solo le interesa que comas. No le interesa si
te hace bien o mal. Solo le interesa que compres. Y mucho.
Como el capitalismo es una religión
que no comparto siempre consumo la mitad de sus productos. Cuando puedo pido el
resto para llevar. Le regalo la comida a don Ernesto, un mendigo que está en la
esquina del edificio donde trabajo. Don Ernesto. El casi es el único que me
saluda. Él siempre ha sido muy puntual. Todos los días. La misma hora. El mismo
discurso. En el mismo lugar vocifera la misma oración: ¡Tengo
hambreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
Una vez le pregunte:
- ¿Por
qué tiene hambre?
- Porque
si- señalo muy enojado-
Fue el fin de nuestra conversación.
Después de almuerzo me dirijo otra vez a la oficina sin antes pasar por un café.
Cargado. Sin azúcar. Negro. De medio litro. Bien caliente. Sin sentido. Para no
dormir. Para no soñar. Y es extraño: hace mucho que no sueño.
La tienda del café es
autoservicio. Solo pagas cuando ya te has servido el café. Solo te atiende un
cajero o cajera.
El dialogo con la cajera o
cajero es también repetitivo. Nunca he profundizado una conversación con el o
con ella. Bueno, no hay tiempo. No pasa de los buenos días, buenas tardes y a
veces, buenas noches. Por las noches a veces tomo café. Recuerdo también, que
el café no me da sueño ni me lo quita. Mi mejor amigo sufre con el café. Le da
sueño. Bueno, él siempre fue al revés. Por eso es mi mejor amigo. Porque si no
fuera al revés seria como yo. Y nadie querría un tipo igual a uno mismo.
Como el café no me da sueño ni
me lo quita si me pasa algo extraño. Se me produce a veces una cierta inercia
emocional. Es decir, pierdo el sentido del tiempo y el espacio y no recuerdo
muchas veces como el tiempo pasa tan rápido. O a veces, muy lento. Probablemente
esa inercia emocional no es más ni menos que micro sueños.
La ultima que soñé recuerdo
haber tenido quince años. Ahora tengo 43 años. Han pasado 28 malditos años. Hace
28 años que deje de soñar. ¿cómo puede pasar tan rápido el tiempo?
Muy fácil. Dejándote llevar
por las sombras de la rutina, de la tradición, de la costumbre, del rito.
Habiéndome acordado de esto me siento
en mi escritorio nuevamente. Ya son las 14.30 Hrs. Pongo música. Dejo mi taza
de café en mi escritorio. Me siento cómodamente. Y como por acto de magia
comienzo a viajar…
CONTINUARA…
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