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El Susurro Del Alma: El Eco De Un Buen Padre.

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  Don Ernesto era un hombre sencillo. Había pasado la mayor parte de su vida trabajando como mecánico en un taller perdido entre las callejuelas de un barrio pobre. Su mayor tesoro era su hijo: Julián, un joven de 17 años con una mente brillante y un corazón limpio, que soñaba con ser ingeniero y construir puentes por el mundo. Pero el taller no daba mucho. El dinero nunca alcanzaba, y cuando a su esposa la enfermedad la fue apagando lentamente, don Ernesto hizo lo que muchos hombres desesperados hacen: pidió ayuda a la gente equivocada. Un dia, sin más opción, acepto un préstamo de una organización mafiosa local, “la hermandad”, para pagar tratamientos y comida. Sabía que no era un juego limpio. Sabía que, una vez dentro, era difícil salir. Pero su esposa vivió seis meses más gracias a eso. Cuando ella murió, sin embargo, la deuda no murió. Pasaron los años, y la hermandad empezó a apretar, a amenazar a don Ernesto. Don Ernesto se convirtió en su informante y cómplice ocas...

Micro Cuentos / 24 / La Silla Del Parque

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Cartas a Dios / XIII / Conciencia; ¿Sigues ahí?

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  Querido Dios:   Perdóname si empiezo sin mayúsculas solemnes que se te deben, sin incienso, sin rezos, sin aleluyas. No es rebeldía. Es cansancio. O tristeza tal vez. O decepción pero que no alcanza a ser desesperanza. Hoy te escribo no para pedirte milagros – nunca lo hecho-, ni para agradecerte por los hermosos atardeceres – que a veces ya nadie los ve-. Te escribo porque hay algo que me duele como si lo llevara en el pecho desde hace siglos: la costumbre que tenemos de mirar la violencia y /o salimos corriendo o no hacemos nada. Entiendo que son justamente mecanismos humanos ante cualquier amenaza pero falta el más importante: enfrentar la violencia. Hoy alguien pateó a otro en la calle. Lo tiraron al piso. La sangre le mancho la camisa como si fuera un tajo en la dignidad de todos. Alguien gritó, muchos filmaron con el celular, muchos estaban llenos de coraje. El pateado era supuestamente un ladrón. Le robo a alguien en el transporte público. Lo atraparon. Pero l...

Desaparecidos / Epi 2 / Los Muros De Providencia

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  Era un invierno inusualmente gris cuando la familia Aránguiz regresó a Santiago, luego de más de cuatro décadas en el exilio. Exiliados no por política, como tantos otros, sino por algo mucho más íntimo, mas oscuro. Su partida había sido silenciosa, sin despedidas ni explicaciones.  Chile había cambiado, Santiago había cambiado. Todo había cambiado en tan solo cuarenta años. Lo único que no había cambiado era el gris smog y las emergencias ambientales producto de un aire contaminado y toxico en esa época de la ciudad. Pero muchas otras cosas seguían igual. La personalidad de las personas en Santiago de chile durante el inverno se caracterizaba por el clima frío y  nublado. Las calles estaban serias y con tintes de introspección. El frio y la menor luz solar puede llevar a una actitud más reservada o tranquila. No necesariamente es mal humor, pero sí una disposición más cerrada. En esta época hay menor actividad social al aire libre, menos encuentros en plazas o ...

Desaparecidos / Epi 1 / La voz del silencio

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  DESAPARECIDOS       Durante los 16 años y 6 meses que duró la dictadura cívico-militar en Chile, hubo 2123 personas asesinadas y a la fecha existen 1093 personas detenidas desaparecidas cuyo destino final aún se desconoce. En total, fueron 3216 personas ejecutadas o hechas desaparecer por el régimen. De estas cifras globales tenemos que en promedio se asesinó o se hizo desaparecer a 195 personas al año, o 16 personas al mes, durante la dictadura. Si esto no logra dar una idea de lo que significó, pensemos que equivale a la muerte o desaparición de una persona cada dos días. [1] Respecto a la edad, fueron asesinados o hechos desaparecer 191 menores de edad (6%), lo que muestra uno de los aspectos más oscuros de la dictadura. Por otra parte, el grupo más numeroso fue el comprendido entre 18 y 34 años, con 2180 personas (más de dos tercios del total). Si a éste le sumamos el grupo de 35 a 44 años, tenemos que más del 80% de los asesinados y desaparecidos (26...

Cartas a Dios / XII / ¿Milagros o Coincidencias?

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  Querido Dios: Hoy me acerco a ti con el corazón abierto y la mente llena de preguntas. He oído hablar de tus milagros desde que tengo memoria. Algunos los he leído en las escrituras, otros me los han contado personas que lo vivieron, y algunos los he sentido en los pequeños detalles de mi propia vida. Pero hoy no quiero solo contemplarlos, quiero comprenderlos. Quiero saber cómo se construye un milagro. No me refiero a cambiar el curso de un río ni a detener el sol en el cielo. Me refiero a esos milagros cotidianos que transforman una vida, una reconciliación que parecía imposible, una esperanza que vuelve donde solo hacia vacío, una persona que encuentra su propósito después de estar perdido tanto tiempo. ¿Dónde empieza un milagro, señor? ¿Empieza en la fe, en el amor, en la humildad, en el servicio silencioso? ¿Empieza después de un gran dolor? ¿Empieza después de perderlo todo? ¿Quién elige de entre los cielos quien puede construir un milagro? ¿Solo es una cond...

Micro Cuentos / 23 / El ultimo Viajero

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Cartas a Dios: XI - En algún lugar entre la duda y la necesidad de creer.

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  Querido Dios: En algún lugar entre la duda y la necesidad de creer. Señor: Es demasiado extraño que durante siglos te hemos invocado los hombres y mujeres; con temor, con fe, con resignación o, como yo ahora, con una mezcla de irreverencia y suplica. Te escribo con la libertad que solo concede la incertidumbre, y también con la esperanza – esa adicción incurable del espíritu humano – de que, si existes, leas esto, y si no, que al menos me sirva para organizar las preguntas que me carcomen el alma desde hace años. ¿Por qué, señor, debemos vivir bajo tu mirada constante? ¿Por qué esa eterna supervisión, ese ojo invisible pero omnipresente, como el de un centinela que nunca duerme, vigilando nuestros pasos, nuestros pensamientos, incluso nuestros pecados más íntimos y nuestras virtudes mas solitarias? ¿No es eso, acaso, una forma sutil – y sin embargo implacable – de dictadura espiritual? ¿Un gran hermano celeste que, a diferencia del de Orwell, no necesita cámaras ni mi...

Los que nunca pierden

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  Los llamaban los intocables. Así, con este tono entre la burla y el miedo, como si fueran parte de una mala novela policial ambientada en la época de la ley seca. Al “jefe” nadie le decía “corrupto” en voz alta, aunque todos lo pensaban y sabían que lo era, incluso los que le besaban el anillo, porque el “jefe” no daba la mano, daba el anillo, con la seguridad de quien sabe que, en este país, el poder no se gana, se hereda o se compra.  Durante más de diez años, el “jefe” fue el verdadero presidente. No importaba quien jurara en el palacio de gobierno, quien leía los discursos desde el balcón o quien prometía refundar la nación cada cuatro años. Todos sabían que el poder pasaba por su oficina a kilómetros de distancia de su tierra natal donde las decisiones olían a whiskey caro, habanos, cafeína, manitol, bicarbonato de sodio y mucho miedo. El “jefe” lo tenía todo; contratos, jueces, alcaldes, generales, periodistas a sueldo, etc. Pero como todo imperio nacido de la po...

Micro Cuentos / 22/ La Puerta De los Innombrables /

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Diario de un desvinculado – Invierno- Tercera Semana - Buscar gastar lo “justo” y “necesario”.

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    Es difícil pensar en lo “justo” y lo “necesario” cuando tienes mucho trabajo y ganas lo suficiente. Y es extraño, porque entre más se gana más se gasta. Pero, nada es para siempre. Desde que me quitaron mi trabajo por whatsapp donde ninguna “autoridad” dio la cara y fui despedido por una aplicación social la vida me cambio. Y para siempre. No recibí ningún argumento, ningún fundamento, ninguna argumentación, ningún razonamiento, ningún juicio, no hubo trama que sostuviera mi despido, y la razón de mi despido; nunca llego. Nunca lo supe. Tal vez, nunca lo sepa. Ese dia estaba en casa. Recibí la noticia. Por whatsapp. Después de 10 años de trabajo con las mismas personas. CON LAS MISMAS PERSONAS. Que te dan la espalda. Y lo peor: cuando te llaman para desearte suerte en el resto de tu vida asimilan que la culpa fue de uno y uno sin enterarse del porqué del despido. Como me gusta fumar salí de casa por cigarrillos. Y café. Y mi mente comenzó a construir preguntas. U...