Para - Normal: Un Viaje Al Cosmos - Han dicho de mi.
Me
es raro despertar. Cuando lo hago inmediatamente salto de la cama, me siento,
pongo mis manos en mi cara y trato de entender si esto es un sueño o es lo que
llaman “realidad”.
Hace
mucho que me desconecte de lo “normal”. No voy a fiestas, no me gustan los
centros de recreación, no me gustan los mall, no me gusta la bulla, detesto la
contaminación acústica, odio estar con mucha gente, no me gusta el deporte, no
soporto hablar con alguien más de cinco minutos, odio que me regañen, odio que
me repitan las cosas, odio que me coloquen horarios, odio la impuntualidad,
odio la monotonía, odio que me llamen por teléfono para ofrecer cosas, odio las
pandemias, odio la televisión, odio la radio – excepto la buena música-, entre otras cosas.
Amo
la espontaneidad, amo cuando te juntas con alguien y la persona llega cinco
minutos antes, amo cuando te encuentras con alguien sin esperarlo, amo caminar
solo escuchando música, me encanta el café, me encanta el cigarrillo, me
encanta estirarme en la mañana y sentir como mi cuerpo se derrite por hacer
algo interesante, y me encanta mi esposa y mi hijo. Una es el norte y el otro
el sur mientras yo trato de encontrar el este y el oeste. Por donde sale el sol y se esconde la luna.
Después
de diez años de ser docente de una universidad mi jefe me despidió por
whatsapp. Ni siquiera me lo dijo a la cara. Recuerdo haber llorado por más de
un mes. Porque no entendía el porqué. Y quiero aclarar algo: cuando algo o
alguien no explica una salida, desaparición, término, o separación uno se
enferma. Porque no alcanza la explicación propia, ya que, se rellena de fantasías. Algo no “real” como
dice mi terapeuta. Si no explicas un trauma el cuerpo y la mente rellenan con
basura, sombras, mentiras y dolores la “realidad” explicaba mi terapeuta en la
última sesión que asistí.
Hoy
tengo cita. De hecho estoy esperando que me atiendan. Espero que sea luego por
que no soporto esperar y odio la música puesta en la consulta. En vez de
tranquilizarme me coloca más nervioso.
Por
fin es mi turno. Me pongo de pie, arreglo mi pelo, guardo mi celular y camino
hacia la oficina. Mi terapeuta es buena persona. No critica. Solo me escucha. Y
cuando habla lo hace con densidad, volumen y espacio. Me pide que tome asiento
y pregunta:
-
¿Cómo has estado?
-
Mal. Cada dia peor. Todo el mundo opina
de mí. Eso me tiene muy fastidiado.
-
¿Te molesta que se hable de ti?
-
Algunas veces. Lo que me molesta son las
distintas percepciones que tienen de mí. Son tan distintas que incluso no
reconozco lo que se dice de mí. Parece que estuvieran hablando de otra persona.
Y cuando lo hacen toda la culpa y responsabilidad es mía. Y es extraño porque
si se mis responsabilidades, errores y fallas. Pero parece que los demás solo
se concentran en ver cómo te ahogas hasta morir en el fondo del mar.
-
¿Entiendes que todos pueden construir un
cierto avatar de ti y no necesariamente es la “verdad”
-
Lo entiendo. Pero lo que no entiendo es
la distorsión profunda de una idea subjetiva tan diametralmente opuesta de una
y otra idea acerca de quién soy.
-
De eso se trata… de ser tan distinto
como sea posible ante los ojos de los demás.
-
Entiendo. Pero es como querer obligarte
a creer todas esas diferencias o no de lo que uno mismo es. De lo que me han
dicho hasta el momento alcanza solo el dos por ciento de lo que realmente soy.
-
¿No será que tienes problemas de adaptación?
-
Y, ¿no será que no necesito adaptarme y
solo aceptar tal y como soy.
-
Interesante…
-
De otra forma, si no hago caso de
algunas cosas externas de mí y no acepto las opiniones de mi sean acertadas o no caería en
psicosis. Y de otro modo, si acepto todas las opiniones y las asimilo sería un
perfecto neurótico. Y por último, lo que
jamás querría seria moverme en el borde.
-
¿Cómo es eso?
-
Ser un borderline.
-
Ok. Pero, esos son nombres, categorías, diagnósticos.
La idea sería siempre entender el mundo desde tu percepción subjetiva tomando
en cuenta la percepción subjetiva de los demás intentando entender el mundo objetivo.
Si es que existe. Mejor llamémoslo mundo consensuado.
-
Sí. Lo entiendo. Pero no hay tiempo para
eso. Por más que intento entender al mundo lo considero delirante. Ni siquiera
el mundo se entiende. Existe diariamente un comportamiento explícito y otro implícito.
Mientras que en el comportamiento explicito; todos son buenos, todos creen en
dios, todos son trabajadores, nadie mata, nadie construye chismes, nadie roba,
en el comportamiento implícito y explicito finalmente, todos roban, todos son
infieles, todos construyen chismes, todos matan, no todos trabajan, no todos
creen en dios, y no todos son coherentes.
-
Interesante. Pero me estás hablando de los
diez mandamientos.
-
No lo creo. No creo en Dios. Solo creo
en la existencia de un ser superior. Pero no creo en ningún Dios con apellido “religión”.
-
Entiendo. ¿no será que estas
decepcionado de algunas cosas y eres una persona muy idealista?
-
No. Para nada.
-
Entiendo. ¿no será que tienes o has
tenido un mal ojo para elegir a tus amigos y amistades?
-
Sí. Pienso que puede ir por ahí mi
problema.
-
Pero no es un problema. Solo es una
actividad mal lograda.
-
Lo entiendo. Pero pese a todas sus
preguntas e intentos por construir un nuevo camino conmigo sigo pensando que la
gente es muy pesada. La gente es muy densa. O, actualmente está siendo muy
densa. Han dicho tanto de mí que me he
perdido. A veces no sé quién soy. A veces me pierdo en recuerdos
distorsionados. Hace días hable con mi papá y mi mamá y les pregunté que
pensaban de mí y con mucha pena no me reconocí. Excepto por una cosa. Que
siempre he sido un hombre compasivo.
-
¿Será entonces que muchos se han
aprovechado de tu bondad?
-
Puede ser.
-
¿Será que muchos se han aprovechado de
tu ser compasivo?
-
Puede ser.
-
¿Será que tienes un nivel de conciencia más agudo o más trabajado que
el resto?
-
No lo sé. Puede ser. Pero no me gustaría
pensar así, ya que, me ubicaría en las coordenadas de la arrogancia.
-
No necesariamente. Existe mucha
sensibilidad en ciertas personas y en otra no tanto que tienen que aprender a
desarrollar.
-
Puede ser.
-
…
-
…
Despierto.
Me es raro despertar. Cuando lo hago inmediatamente salto de la cama, me
siento, pongo mis manos en mi cara y trato de entender si esto es un sueño o es
lo que llaman “realidad”. ¿Existe la realidad?
Hace
mucho que me desconecte de lo “normal”. No voy a fiestas, no me gustan los
centros de recreación, no me gustan los mall, no me gusta la bulla, detesto la
contaminación acústica, odio estar con mucha gente, no me gusta el deporte, no
soporto hablar con alguien más de cinco minutos, odio que me regañen, odio que
me repitan las cosas, odio que me coloquen horarios, odio la impuntualidad,
odio la monotonía, odio que me llamen por teléfono para ofrecer cosas, odios
las pandemias, odio la televisión, odio la radio – excepto la música-, entre
otras cosas.
Hoy
tengo cita. De hecho estoy esperando que me atiendan. Espero que sea luego por
que no soporto la música puesta en la consulta. En vez de tranquilizarme me
coloca más nervioso. Aunque entiendo que debería tranquilizarme.
Por
fin es mi turno. Me pongo de pie, arreglo mi pelo, guardo mi celular y camino
hacia la oficina. Esta más lejos de lo que recordaba. La puerta estaba
semiabierta. Golpeo y entro. Mi
terapeuta es buena persona. No critica. Solo me escucha. Y cuando habla lo hace
con densidad, volumen y espacio. Me pide que tome asiento y pregunta:
-
¿Cómo has estado?
Y
entre pastillas, ideas suicidas, ganas de morir, pena, mucha pena, desgano,
desmotivación y poca alimentación me da la sensación que este momento lo he
vivido.
¿O
lo soñé?...
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