Para - Normal: Un Viaje Al Cosmos - Caecus.

 



           Odio los censos. Pero, como me gusta que las cosas se hagan de buena manera termino aceptando hacer el trabajo de manera voluntaria. Mi obsesión por que las cosas salgan bien o moderadamente bien siempre ha sido mi condena. No sufro pero me pido mucho a mi mismo ante cualquier situación.

            Ya eran cerca de las cuatro de la tarde. Caminaba por las frías calles de Santiago de chile. Específicamente en la comuna de La Florida. Yo había nacido ahí. Y me crie en esta comuna hasta los veinte años.

            En la misma comuna fui a la escuela y colegio. Aún tengo grandes amistades hasta el dia de hoy. Hace unos minutos había estado con un amigo de la infancia que me toco censar. Nos reímos y lo cense. Supe ahí que había estado muy enfermo. Le reclame por qué no había avisado para ayudar en algo. Me contesto que en la actualidad solo uno tiene tiempo para uno mismo. A lo que replique diciendo que por lo menos me hubiese dejado acompañarlo. Me despedí después de cuatro cafés y dos cigarros y con un pan y una bebida que me dio la mamá de mi amigo partí hacia mi último censo.

            Los alrededores habían cambiado mucho. Cuando me fui de ahí el lugar seguía expeliendo un aroma a eucaliptus. Pero ahora no lo había sentido. ¿Será que habían acabado con todos los arboles?

            Llegue a mi posición. Llame a la puerta y escuche una voz de un anciano que decía: pase. Pase por favor. Ya lo atiendo. Siéntese en el living por favor. Ya lo atiendo.

            La cuestión es que el anciano demoraba mucho. A lo que me pare y dije en voz alta:

-       Caballero, ¿falta mucho para que me atienda?

-       No – dijo el señor- pero te tendré que atender desde mi dormitorio. Estoy muy enfermo como para acompañarte en el living. Debo tener una fuerte gripe. No vengas porque podrías enfermarte. Además, que estoy casi  ciego y podría caerme mientras voy donde estas. Si mi esposa llega te acompañaré.

-       No hay problema – acote- comenzaré con las preguntas – añadí-

-       Por supuesto – señalo el anciano.

-       ¿esta vivienda es suya?

-       Correcto. Mía, de mi esposa e hijos. Mis hijos hace mucho tiempo que no me vienen a ver. Deben estar en sus cosas. A los viejos siempre nos abandonan. A veces pienso que ellos no hacen consciente que también serán viejitos algún día.

-       Así son señor. Mil disculpas. No le pregunte su nombre. ¿Cuál es su nombre?

-       Luis. Luis Valenzuela.

-       Un gusto en conocerlo don Luis – Le decía casi gritando porque mi entrevistado estaba en otra habitación donde no lo podía ver-

-       ¿esto es casa, departamento, mediagua?

-       Casa. Al principio fue mediagua. Después con los años, esfuerzo y amor se transformó en una casa. En nuestro hogar.

-       ¿Cuál es el material de construcción predominante?

-       Amor.

-       Jajajajaja, me refiero a que de qué tipo de material es la casa.

-       Perdón, de ladrillo. Forjado también por hombres y mujeres trabajadoras.

-       ¿Cuántas piezas de esta vivienda se usan exclusivamente como dormitorio?

-       Solo una. Aunque son cuatro. Antes mi esposa y yo ocupábamos una y las otras era de mis hijos.

-       El agua que usa esta vivienda proviene principalmente de: ¿red pública, pozo, camión, aljibe?

-       Agua potable.

-        ¿Cuántas personas residen habitualmente en esta vivienda?

-       Solo dos. Mi esposa y yo que debe estar por llegar.

-       La vivienda que ocupa este hogar es: ¿propia, arrendada, cedida?

-       Propia.

-       ¿Cuál es la principal fuente de energía o combustible que utilizan para cocinar?

-       Gas y mucho amor.

-       ¿al parecer don Luis usted sigue enamorado de su esposa? – acoté-

-       Sí. Mucho, la ame desde que la conocí. Y jamás he sentido una disminución del amor hacia ella.

-       ¿Dígame el nombre completo de todas las personas que conforman este hogar y que residen habitualmente en esta vivienda, estén presentes o no al momento del llenado de este cuestionario?

-       Mi esposa y yo. Mi esposa se llama Antonia Campos.

-       ¿edad suya y de doña Antonia?

-       Yo tengo 85 y ella 80 años.

-       ¿hijos?

-       Tres. Antonio, luisa y Carlos.

-       Además de las personas que me mencionó, ¿hay algún integrante del hogar que resida habitualmente en esta vivienda y que esté ausente por vacaciones, trabajo, enfermedad, etc.?

-       Sí. Usted joven.

-       Jajajajajajajaj. Pero yo solo estaré unos minutos Jajajajajajajaj

-       Ah ok. Perdóneme. Ya estoy viejo.

-       Tranquilo. Que aún su cabeza la funciona perfecto.

-       Eso sí que sí.

-       ¿En qué comuna o país vivía en abril de 2019?

-       Aquí mismo. Llevo treinta años aquí.

-       ¿en qué comuna o país vivía su madre?

-       Ella era del campo al igual que mi papá. A veces los extraño mucho. Aunque por las noches los veo en la puerta de mi dormitorio saludándome. ¿me estaré volviendo loco?

-       No para nada don Luis. De repente, los ve porque se está quedando dormido.

-       Qué bien.

-       ¿Es o se considera perteneciente a algún pueblo indígena u originario?

-       Solo del planeta Tierra. No conozco otra dimensión.

-       Jajajajaja. Anotaré que no. De acuerdo con sus antepasados, tradiciones y cultura: ¿es o se considera?:

-       Mapuche.

-       ¿mapuche?

-       Sí. Soy gente de la Tierra y de la tierra. Eso  significa mapuche.

-       Ok. ¿Cuál es su religión o credo?

-       Creo en Dios. Pero no creo en las iglesias. Pienso que las iglesias han distorsionado demasiado la idea central de Dios.

-       ¿Qué es?

-       Amor. Solo amor.

-       ¿Cuál es su nivel educativo más alto alcanzado?

-       Haber sido ser humano.

-       Jajajajajajajaj, Pero, ¿estudio?

-       Sí. Soy mecánico automotriz.

-       ¿Sabe leer y escribir?

-       ¿a las personas?

-       Jajajajajajajajjaja. No. ¿si puede leer y escribir?

-       Sí. Si se.

De pronto, sentí un pitillo agudo. Un sonido agudo que me dejo sordo por algunos segundos.

Inmediatamente después entro doña Antonia a casa y pregunto muy preocupada, asombrada y muy asustada:

- ¿Quién es usted?

-Buenas tardes- dije- soy el censista. Vengo a censar su hogar.

- Ah ok. Que susto me ha dado. Bueno comencemos – dijo la señora mientras se sentaba frente a mí.

- He estado conversando con Don Luis. Él ha respondido casi todas las preguntas desde la habitación del otro lado. Me dijo que estaba enfermito. Que me diría todas las respuestas desde el otro lado.

Unas lágrimas comenzaron a salir de la cara de doña Antonia. Puso sus manos en su cara y lloro desconsoladamente por más de tres minutos. No sabía qué hacer. Solo atine a ir al baño que estaba cerca y saque papel higiénico para posteriormente ofrecerle y se limpiara las lágrimas.

Ya más tranquila tomo un poco de agua y me dijo:

-       Mi esposo murió hace cinco años en una accidente de automóvil. Por su edad ya no veía bien. Choco de frente con un poste. No lo vio. Gracias a Dios su cuerpo no quedo tan destrozado. Solo por eso pudimos hacer un entierro cristiano.

No sabía que decir, ni hacer, solo atine a hundirme en el sillón que me había abrazado por largos minutos. Después de unos minutos más volví en mí y me despedí de la señora Antonia. A lo que ella me pregunto:

-      ¿ Le dijo algo Luis?

-       Si Sra. Antonia. Que la amaba mucho y que era el amor de su vida.

-       Lo sé. Lo sé. Siempre me lo dijo. Y en sueños también me lo dice. Gracias por venir.

-       Gracias a usted por abrirme su puerta… Y su corazón…

Salí de aquella casa en absoluto silencio. Extrañado. Muy extrañado…




 

           

           



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