Pequeñas grandes cosas de la vida - Parte IV-

Pequeñas grandes cosas de la vida.
Sala de clases. 17.12 hrs.
¿Qué nos obliga a estudiar? ¿Qué nos obliga a venir a clases? ¿Por qué mejor no renuncio? Tengo la posibilidad de compartir con muchos estudiantes algunos episodios de sus vidas, alegrías, tristezas, episodios y aventuras extraordinarias en este espacio llamada “realidad”. En este espacio llamado educación.
Algunos trabajan. Otros tienen muchos problemas. Algunos dejan de comer para sacar una fotocopia. Hay ocasiones que algunos no desayunan, no almuerzan y solo meriendan. Algunos no vienen porque no les alcanza el dinero por algunos días. Algunos han sido padres a temprana edad y tienen que realizar actividades estudiantiles, parentales y de pareja.
Están los otros estudiantes que han sufrido accidentes, estudiantes con capacidades especiales, los que han venido de lejos a estudiar, los que viven solos, los que han dejado a sus padres y han emigrado del campo a la ciudad, los que han dejado otras ciudades para venir hasta esta ciudad.
Están los estudiantes que han aceptado su sexualidad aunque les traiga muchos problemas en el hogar y donde a veces desesperadamente la pareja parental – sus padres- busca una mina de oro en clínicas de rehabilitación improvisadas y poco profesional para recuperar a su hijo(a). ¿Para recuperar a su hijo(a)? Como si el hijo(a) estuviera enfermo. Ni la sexualidad, ni el género ni la elección de este son enfermedades: son elecciones. Son elecciones personales, respetables y solo requieren acompañamiento. Estamos en el año 2020.
Están los que estudian por que no les quedo otra carrera, no les alcanzo el puntaje, están los que no tiene dinero para pagar un cupo y estudiar en la facultad que quieran, están los que sus casas se inundan cada vez que llueve, están los que viven en el centro, en el lado y en la periferia, están los que son asaltados, están los que venden caramelos, dulces, cakes para ganar un dinero extra, están los religiosos, los ateos, los agnósticos, los católicos, los testigos de jehová, los que creen en todo y los que no creen en nada, los que creen en la vida eterna y los que piensan que todo es AQUÍ… en definitiva están todos.
En este espacio está la sociedad en su pleno resumen.
También están los que quieren perseverar, volar, correr, motivar, doblarle la mano al DESTINO, conocer, sacar un título, aprender, dialogar, conversar, debatir, luchar, no dejarse vencer, ganar, generar empatía, cambiar la sociedad por comunidad, dejar de lado la política y la economía, pensar más bien en comunidades con bases filosóficas y sociales y están también los que no están de acuerdo con los modelos político, económico, social y filosófico.
Pero también están esos estudiantes: Los que no conocieron la palabra imposible. No conocer la palabra imposible conlleva a pensar que todo es posible.
Estos estudiantes son los que no tiene nada y quieren construir todo. Estos estudiantes son los que sin luz, agua, comida, asisten a una sala clases porque saben que algo interesante pasara en sus vidas.
Estos estudiantes son los que no necesitan de mucho para hacerlo todo. Reconocen la palabra POSIBLE porque están convencidos que pueden hacer algo extraordinario: CAMBIAR EL MUNDO.
El mundo se puede cambiar de muchas formas. No obstante, no hay mejor forma de cambiar el mundo EDUCÁNDOSE. Y también educando.
Los pequeños gestos a veces no vienen de grandes profesores sino que vienen de los mismos estudiantes. Son los estudiantes los que nos dan clases. Ya que, ellos traen a una sala lo que está pasando en el mundo.
Hoy, y como siempre, fueron mis alumnas las que me dieron clases. Sin luz, sin aire acondicionado, sin haber almorzado, una con mucho calor, la otra con mucho sueño dispusieron de su tiempo. De su amor AL CAMBIO. De su amor a la esperanza. De su amor a la fe. De su amor a que todo puede estar y ser mejor.
Hoy aprendí. Y aprendí una pequeña gran cosa de la vida: aprendí que cuando uno quiere PUEDE.
Gracias queridas estudiantes. Honores para ustedes.
Algunos trabajan. Otros tienen muchos problemas. Algunos dejan de comer para sacar una fotocopia. Hay ocasiones que algunos no desayunan, no almuerzan y solo meriendan. Algunos no vienen porque no les alcanza el dinero por algunos días. Algunos han sido padres a temprana edad y tienen que realizar actividades estudiantiles, parentales y de pareja.
Están los otros estudiantes que han sufrido accidentes, estudiantes con capacidades especiales, los que han venido de lejos a estudiar, los que viven solos, los que han dejado a sus padres y han emigrado del campo a la ciudad, los que han dejado otras ciudades para venir hasta esta ciudad.
Están los estudiantes que han aceptado su sexualidad aunque les traiga muchos problemas en el hogar y donde a veces desesperadamente la pareja parental – sus padres- busca una mina de oro en clínicas de rehabilitación improvisadas y poco profesional para recuperar a su hijo(a). ¿Para recuperar a su hijo(a)? Como si el hijo(a) estuviera enfermo. Ni la sexualidad, ni el género ni la elección de este son enfermedades: son elecciones. Son elecciones personales, respetables y solo requieren acompañamiento. Estamos en el año 2020.
Están los que estudian por que no les quedo otra carrera, no les alcanzo el puntaje, están los que no tiene dinero para pagar un cupo y estudiar en la facultad que quieran, están los que sus casas se inundan cada vez que llueve, están los que viven en el centro, en el lado y en la periferia, están los que son asaltados, están los que venden caramelos, dulces, cakes para ganar un dinero extra, están los religiosos, los ateos, los agnósticos, los católicos, los testigos de jehová, los que creen en todo y los que no creen en nada, los que creen en la vida eterna y los que piensan que todo es AQUÍ… en definitiva están todos.
En este espacio está la sociedad en su pleno resumen.
También están los que quieren perseverar, volar, correr, motivar, doblarle la mano al DESTINO, conocer, sacar un título, aprender, dialogar, conversar, debatir, luchar, no dejarse vencer, ganar, generar empatía, cambiar la sociedad por comunidad, dejar de lado la política y la economía, pensar más bien en comunidades con bases filosóficas y sociales y están también los que no están de acuerdo con los modelos político, económico, social y filosófico.
Pero también están esos estudiantes: Los que no conocieron la palabra imposible. No conocer la palabra imposible conlleva a pensar que todo es posible.
Estos estudiantes son los que no tiene nada y quieren construir todo. Estos estudiantes son los que sin luz, agua, comida, asisten a una sala clases porque saben que algo interesante pasara en sus vidas.
Estos estudiantes son los que no necesitan de mucho para hacerlo todo. Reconocen la palabra POSIBLE porque están convencidos que pueden hacer algo extraordinario: CAMBIAR EL MUNDO.
El mundo se puede cambiar de muchas formas. No obstante, no hay mejor forma de cambiar el mundo EDUCÁNDOSE. Y también educando.
Los pequeños gestos a veces no vienen de grandes profesores sino que vienen de los mismos estudiantes. Son los estudiantes los que nos dan clases. Ya que, ellos traen a una sala lo que está pasando en el mundo.
Hoy, y como siempre, fueron mis alumnas las que me dieron clases. Sin luz, sin aire acondicionado, sin haber almorzado, una con mucho calor, la otra con mucho sueño dispusieron de su tiempo. De su amor AL CAMBIO. De su amor a la esperanza. De su amor a la fe. De su amor a que todo puede estar y ser mejor.
Hoy aprendí. Y aprendí una pequeña gran cosa de la vida: aprendí que cuando uno quiere PUEDE.
Gracias queridas estudiantes. Honores para ustedes.
con esa luz que prendieron para estudiar las ilumine por siempre.
Su profesor
Msc. Rodrigo Valdenegro Cáceres, Psic.
Msc. Rodrigo Valdenegro Cáceres, Psic.
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