Cuentos cortos de terror – VII- Averno – Parte I-
En cualquier momento, cualquier hora.
Me
encanta dormir. Las últimas semanas he dormido mucho. Me ha costado levantarme.
Puede ser el exceso de trabajo. Puede ser que he comido mal en las últimas
semanas. Hoy es el día del amor. No tengo a nadie. Nadie me tiene a mí.
Me
levanto. La temperatura ha subido. Me dirijo al baño. Me lavo los dientes, me
lavo la cara, me afeito, limpio mi cara, me ducho, me seco, voy a mi
dormitorio, me visto, voy a la cocina. Hace mucho calor. Tomo desayuno, tomo café,
lavo los platos, lavo mi vaso, voy al baño nuevamente y me lavo los dientes, me
pongo desodorante, perfume y voy nuevamente a la cocina. Hace mucho calor.
Voy
al dormitorio nuevamente. He mojado toda mi camisa. Esta llena de sudor. Abro mi closet,
saco mi camisa mojada, la coloco en el tiesto de la ropa sucia, me acomodo la
camisa, me pongo la chaqueta, miro hacia la cama, y justamente ahí sude más que
nunca. Se me erizo la piel, o creo que era eso lo que sentí, sentí una leve confusión,
un mareo, casi me desmayo – otra vez- porque en la cama había algo. Estaba acostado
en la cama algo muy extraño. Pensé que dormía. No era un sueño. No lo podía creer,
me acerco lentamente, con un poco de miedo, veo la cara de quien estaba en la
cama. En la cama estaba yo.
Salí
corriendo. ¿Estaba muerto? ¿Estaba soñando? Si estaba soñando podía despertar. Quería despertar. No podía. El
calor era aún más desagradable, ¿si estaba muerto? ¿Cómo podía vivir
sensaciones en un cuerpo que sostuviera las ideas? Todo era muy raro. Muy extraño.
Solo
atine a acercarme al ventanal que daba a mi patio. Mi patio era hermoso. Su verde
pasto coloreaba mis mañanas. Las plantas le daban el matiz especial de compañía.
Y los arboles adornaban mi soledad.
Pero
mi patio no era el mismo. Estaba de otro color. Y hacia más calor de lo soportable. Abrí la ventana. Salí
al patio. Mi sorpresa fue tal que se puso muy lento el espacio y tiempo. No era
el patio que yo conocía. Solo quería despertar. Pero no podía. Solo quería
cerrar los ojos y esperar que cambiara todo. Pero nada
cambiaba.
Escuche
un estruendo horrible y una voz grave que se metió hasta lo más profundo de mi
cabeza. La voz decía:
-
“””BIENVENIDO”””
Pensé,
pero al parecer el pensar en esta parte de la realidad provocaba sonidos porque
pensé y se escuchó en el ambiente sin mover mis labios:
-
¿Dónde estoy?
A lo que la voz grave que se metió nuevamente hasta lo más
profundo de mi cabeza dijo:
-
“””EN EL INFIERNO”””
CONTINUARA….
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