El Espectro - Parte I-
El
espectro aparece de vez en cuando. Pero no se muestra directamente ante
nuestros ojos. Lo hace a través del pensamiento. Y el pensamiento lo transforma
en una idea. Potente. Idea que molesta. Duele.
El efecto del
espectro es el miedo. Y el miedo
paraliza o te hace correr. Cuando te hace correr te desespera, sin rumbo, sin
orientación, sin guía, sin forma, sin contenido, sin signos. El miedo te hace
perder el control. Y cuando pierdes el control solo piensas en una cosa:
sobrevivir.
Sobrevivir
requiere un ejercicio que lucha por perpetuarse. Sobrevivir implica que la vida
está en peligro. Y cuando la vida está en peligro se lucha por ella hasta los
confines insospechados del comportamiento humano. A costa de cualquier cosa. A
costa de cualquier objetivo. A costa de cualquier precio. A costa de la vida
misma.
El
espectro se alimenta de ese miedo, de ese sobrevivir. A costa de cualquier
cosa. El espectro tiene un aliado más mortífero: un fantasma.
El fantasma
aparece antes del espectro. El fantasma es la cara visible del espectro. Al
espectro no se le puede combatir. Combatir un espectro seria como intentar
coger el humo del cigarrillo entre tus manos. Combatir un espectro seria como
tratar de guardar amor en una caja de cartón. De todas formas escapara.
La batalla
contra un espectro es de entrada perdida. Alienada. Sin fondo. No obstante,
cuando el fantasma se presenta el espectro se condensa. Ahí es posible cogerlo.
Agarrarlo. Y atraparlo. Aunque sea por unos instantes. Aunque sea por unos
segundos.
Un día estaba
sentado fumando un cigarro y tomando un
café que daba junto a la calle. El día estaba nublado y eran aproximadamente
las diez con cuarenta y cinco minutos. Todo era normal. Es decir, no ocurría
nada fuera de lo común.
Mientras fumaba
y tomaba mi café, muchas personas
entraban y salían de una tienda. Que estaba frente a la cafetería. En esa
tienda vendían de todo. Y cuando digo de
todo era de “todo”.
Como por acto
de magia una voz irrumpió y provoco que lo normal se transformara en anormal.
Un hombre cogió la cartera de una mujer de cincuenta años aproximadamente. Le
gritaba a más no poder que la entregara. A lo que la señora gritando respondía
que no lo haría mientras pedía ayuda.
Los alrededores del café estaban rodeados de otra tiendas lo que hacía
que la calle principal fuera muy concurrida por personas. Los autos no podían
pasar por esa área. Solo transeúntes. La policía estaba lejos. Pero, uno de
ellos escucho la emergencia y la novedad del acto violento en curso.
Mientras la
señora gritaba a viva voz que estaba siendo violentada por el robo de su
cartera pude observar que nadie hacía nada. Como cualquier día las personas a
mí alrededor miraban. Pero no hacían nada.
Como por acto
de magia la gente que miraba el ilícito respondieron al escenario que
observábamos. Todos sacaron su celular y comenzaron a grabar. Pero nadie hizo
nada. Solo grababan.
Apague mi
tercer cigarrillo. Tome rápidamente el resto de café que me quedaba y me puse
de pie. Sin grabar. Solo a observar. De pronto, el policía escucho y comenzó a
acercarse rápidamente a la escena que todos mirábamos. Y el señor que tenía
sostenida la cartera de la señora logro zafársela. La señora cayó al suelo. El
ya reconocido ladrón comenzó a correr. La señora comenzó a llorar. Los demás:
solo grababan con su celular. Vi la conducta del ladrón y vi en sus movimientos
al fantasma. Y me asuste.
Yo aun de pie
vi como el ladrón me miro en cuestión de segundos directamente a los ojos
mientras corría hacia la misma dirección del policía. Ahí, y justo ahí apareció el espectro.
Cuando vi al
espectro comencé a correr sin pensar. Mientras el policía y el ladrón corrían
en la misma dirección determine correr hacia el medio, al encuentro de ambos. El
policía saco su arma, el ladrón detecto el hecho y paro de correr. Solo lo
observo. Yo en ese instante estaba al medio. Y frente no solo al ladrón y al policía;
sino que ante dos espectros.
-
Suelta el arma – dijo el policía gritando-
-
Suelte la suya primero – dijo el ladrón-
-
Suéltenla ambos- grite en medio-
Ninguno
soltaba el arma. A lo que grite: mírenme. Mírenme ambos. A los ojos les gritaba.
A los ojos. Cuál es tu nombre; señale gritando nuevamente dirigiéndome al policía.
-
Antonio- respondió-
-
Y el tuyo- dirigiéndome al ladrón-
-
Carlos. Mi nombre es Carlos.
-
Señores. Esto es muy fácil. O salimos los tres
muertos de acá. O hacemos algo para que eso no ocurra. Así es que es muy fácil.
Lentamente dejen sus armas. Antonio; escúchame. Carlos escúchame; baja el
arma.- les grite-
El fantasma
estaba ahí. En Carlos y Antonio. Yo rogaba por que no apareciera el espectro. Y
era cuestión de segundos que se mostrara. Yo rogaba porque no apareciera. Pero como
pasa algunas veces nuestros ruegos no se hicieron escuchar.
Pero apareció.
Y el espectro disparo. Y la bala atravesó mi cuerpo. El espectro al parecer no
se iría. Y la sangre comenzó a brotar de mi estómago. Y el espectro se mostró
en todo su esplendor.
continuara....
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