Cartas a Dios: II - La Soledad
Dios:
En esta noche en que las estrellas parecen susurrar secretos que sólo la soledad puede entender, me atrevo a escribirte, aunque sea a través de la distancia que nos separa, un abismo de tiempo y silencio, que como sabes, es tan vasto como la existencia misma.
La soledad, ese estado que algunos eligen y otros temen, me ha llevado a preguntarte: ¿eres tú la suma de todas nuestras soledades? ¿Eres tú como un espejo donde se reflejan nuestras dudas y temores? ¿Eres tú el gran arquitecto de nuestros silencios y aislamientos? ¿Eres tú un espectador silencioso de nuestras luchas? ¿Eres tú el que nos permite el acercamiento y el alejamiento en nuestra búsqueda de la verdad?
Tal vez, en el fondo, estamos condenados a buscar en las sombras la luz que nos ilumine, un destello que nos susurre que no estamos tan solos, aunque cada instante nos parezca una eterna despedida.
Los días pasan y la soledad se convierte en un viejo compañero, un reflejo que me recuerda que estamos construidos de fragmentos de otros, de recuerdos y sueños, que nos une en esta danza de incertidumbre.
Tal vez tú, dios, eres la trama que entrelaza nuestras historias, un hilo dorado que nos sostiene mientras exploramos los laberintos de nuestra propia mente.
¿Acaso no es la fe ese espacio de soledad donde uno intenta llenar ese vacío con las propias construcciones subjetivas de la existencia? ¿Acaso no es la fe ese espacio que rellena la angustia y la ansiedad a veces insoportable? ¿Acaso no es la fe ese espacio de búsqueda de significado del todo y la nada? ¿No será la soledad ese especial espacio de revelación? ¿Acaso la soledad no es un estado donde la duda y la certeza se funden en un danza incesante?
¿Existes Dios en ese estado de soledad? ¿Acaso no solo me imagino cosas para crear un bálsamo de tranquilidad para apaciguar mi tormentosa existencia?
¿Acaso tú, mi dios, no habrás sufrido alguna vez de soledad? ¿De indecisión? ¿De angustia? ¿De ansiedad?
Te dejo. Solo quería compartir esto contigo.
Espero estés muy bien.
Espero conectarme contigo alguna vez.
Antes de que la soledad me coma con sus sombras y silencio.
Rodrigo
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