Antes de ser humano: cámara de reflexión
Me acerco al letrero de mi nuevo destino. Dice: “ bienvenido... deja tu sombra y entra con tu
luz sin miedo a la nueva dimensión”. Me quedo inmóvil durante algunos minutos.
Dudo. No se si entrar. Una cara amigable me mira, me saluda y me dice:
-
Entra sin problemas.
No temas. Solo teme a tus fantasmas.
-
Gracias- le señalo
seriamente.
Sigo en el acceso y
finalmente me atrevo a entrar. Una persona, que desconozco, me señala el nuevo
camino a seguir. Entro. Es una sala pequeña. Oscura. Pero no hace frío. Es
cómoda. Siento una música. Me relaja. Me consciente. Y a mi mente vienen una
serie de pensamientos. ¿Qué hago aquí?. ¿me podré ir?. Aun estoy a tiempo para
salir arrancando. Pero realmente no lo quiero. Ya elegí estar aquí. Nadie ni
nada me ha obligado jamás a tomar algún camino.
Toco mi cara, mis manos la música inspira a eso. Comienzo a
analizar algunos episodios de mi vida. Recuerdo siempre que desde pequeño fui
muy extraño. Introvertido. Nunca mis amigos me vieron en esos juegos infantiles
de plaza. Un libro, una enciclopedia, poemas. Eso me gustaba. No significa esto
que fui, soy o quise ser un intelectual. De hecho no lo soy. Pero, no compartía
los juegos infantiles ya que tenían un guión que siempre se repetía. Y soy, fui
y seré intolerante a la repetición. Jamás olvidaré que en un momento tenía
muchos amigos, tenía como ocho años, y jugaban a los bandidos y los policías.
Yo era bandido. Y justo cuando los policías estaban a punto de atraparnos
justifique a los policías que no era necesario golpearnos y encerrarnos ya que
ellos no tenían razón de ser si nosotros éramos neutralizados. Mi amigos no
jugaron conmigo nunca más.
Mientras seguía pensando el cuarto donde estaba se oscureció completamente.
Solo la música seguía sintiendo. Al principio me asusté. La oscuridad me hacía
sentir miedo. De hecho mis latidos más la música solo me acompañaban. Tenía un poco de miedo. Pero de mi. No de
otra cosa. Es en estos momentos cuando los fantasmas propios afloran y no
tienen piedad de la conciencia. Llenan de fantasías el estado de vigilia.
Antes de abrir mis ojos solo pedía que existiera un poco de luz
donde pudiese observar alguna parte de algo conocido. Pero no fue así. Abrí mis
ojos y no veía absolutamente nada. El ejercicio había comenzado. Debía
encontrarme...
dedicado a quienes las sombras aquejan.
despierta
EN DONDE ESTÉN...
Comentarios
Publicar un comentario