2025 / 7 Profecías Para Un Ser Consciente / Parte uno: La Profecía de la Gran Crisis Económica.

 





“El estado psicológico de temor o miedo está divorciado de cualquier peligro

concreto, inmediato y verdadero. Surge de muchas formas: intranquilidad,

preocupación, ansiedad, nerviosismo, tensión, pavor, fobia, etcétera. Este

tipo de miedo psicológico siempre se refiere a algo que podría pasar, no a

algo que esté pasando ahora. Tú estás en el aquí y el ahora, mientras tu

mente se va al futuro. Esto genera una brecha de ansiedad. Y si te hallas

identificado con tu mente y has perdido contacto con el poder y simpleza

del Ahora, esa brecha de ansiedad te acompañará  continuamente”

Eckhart Tolle

 

Una profecía es, en la primera acepción del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, un «don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras».

Una profecía lleva consigo una predicción. Predecir significa «anunciar por revelación, ciencia o conjetura algo que ha de suceder». Por lo tanto, la predicción puede involucrar un don sobrenatural, un proceso lógico-racional, o un juicio más o menos subjetivo basado en indicios u observaciones.

Se tiende a creer con mayor fuerza en el “Don sobrenatural” – inspirada por Dios-  y a dejar muy de lado “procesos lógico- racionales” y que la profecía “es un juicio más o menos subjetivo basado en indicios u observaciones”.

Así, se sitúa a las profecías mayormente en el ámbito de la fe, sin ligarlas necesariamente a un razonamiento en la previsión del resultado predicho. En grados diversos y formas variables, las religiones de la antigüedad hicieron referencia a hombres «inspirados» que afirmaban hablar en nombre de su dios.

En las grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, islam), las manifestaciones extraordinarias nunca constituyen lo esencial en los profetas, que se distinguen por tener simplemente carácter de mensajeros. Las profecías eran, pues, consideradas simples indicadores del designio divino. Hasta la fecha, más allá de las evidencias científicas que puedan o no resultar suficientes para unos u otros, muchos seguidores de estas grandes religiones afirman que, en buena medida, las profecías de sus libros sagrados se han cumplido.

Pero no hay que olvidar que una profecía, predicción, premonición o vaticinio es una visión o un anuncio de los eventos que están por venir, y que por arte divina o sobrenatural se perciben de manera anticipada. Las profecías son comunes en el mundo religioso y del ocultismo, y a quienes cuentan con el don de la profecía se les conoce como profetas.

Los profetas antiguos predijeron siempre grandes eventos que incumbían a sus pueblos o incluso a toda la humanidad, como catástrofes globales, la llegada de un héroe liberador o el fin del mundo. Posiblemente, las más famosas profecías sean las que anunciaron los grandes profetas bíblicos, a quienes la divinidad inspiraba para hacer presagios y premoniciones. El retorno de Jesucristo para juzgar a los seres humanos, por ejemplo, es una profecía hecha tras su muerte y a la cual guarda aún fidelidad la religión cristiana. De acuerdo con la visión religiosa, los profetas son mensajeros divinos.

Sin embargo, en la actualidad este tipo de vaticinios tienen lugar únicamente dentro de las obras de ficción. Existe, de hecho, una vasta literatura al respecto, ya sea en torno a profetas inventados o a los escritos dejados por profetas medievales; posiblemente el más famoso de los cuales sea Nostradamus (1503-1566). Dichas profecías, redactadas casi siempre en un lenguaje críptico o ambiguo, anuncian eventos que podrían cumplirse o haberse cumplido ya, dependiendo de cómo se los interprete. Hay quienes afirman que este profeta francés del Renacimiento predijo la Segunda Guerra Mundial y las bombas de Hiroshima y Nagasaki, entre otros eventos históricos de importancia.

Dependiendo del profeta, las profecías suelen aparecer en instantes de poca consciencia, ya sea durante el sueño o en algún estado de trance. Suelen darse directamente como imágenes mentales o bien de la boca de algún ángel o algún espectro que hace las veces de emisario. El profeta, entonces, suele predicar su visión a la muchedumbre, que puede tomar como cierta su palabra, o no. De allí que en el lenguaje coloquial se emplee a menudo el término “profeta” o “profecía” en términos peyorativos para referirse a las predicciones de alguien a quien no se le tiene ninguna fe.

            Sin embargo, ocurre algo trascendental. Que muchas veces y en los últimos 100 años las profecías suelen ocurrir con años de advertencia. A esto se le llama profecía auto cumplida. Es decir, los seres humanos habitantes del planeta Tierra podrían construir sus propias profecías.

Una profecía auto cumplida es un fenómeno psicológico y social en el que una creencia o predicción sobre el futuro influye en el comportamiento de las personas, de tal forma que esa predicción se convierte en realidad, no porque tenga un fundamento objetivo, sino porque las personas actúan de acuerdo con ella.

 

Este concepto fue popularizado por el sociólogo Robert K. Merton en 1948, quien lo explicó como un proceso en el que una predicción, inicialmente errónea o incierta, provoca cambios en las acciones de los individuos o grupos, lo que finalmente hace que la predicción se cumpla.

Entonces, se hace una afirmación sobre lo que ocurrirá en el futuro. Esta afirmación puede ser algo positivo o negativo y, muchas veces, no tiene base sólida en la realidad.

Después, las personas empiezan a creer que lo predicho sucederá. Esa expectativa influye en sus pensamientos y emociones, lo que a menudo provoca una reacción o cambio de comportamiento.

            Posteriormente, debido a esa expectativa, las personas empiezan a actuar de manera que favorece la realización de la predicción. Esto puede incluir decisiones conscientes o inconscientes.

            Finalmente, debido a los cambios en el comportamiento colectivo e individual, la situación o predicción inicialmente incorrecta o incierta acaba ocurriendo, reforzando la creencia original.

            Un ejemplo, clásico de una profecía auto cumplida es la del estudiante que fracasara en una prueba. Imagina que alguien predice que una persona fracasará en una prueba importante porque no tiene suficiente preparación. La persona que recibe esta predicción puede sentirse ansiosa o desmotivada, creyendo que no tiene chance de aprobar. Esta ansiedad y falta de confianza pueden llevarla a estudiar menos o a no esforzarse lo suficiente, lo que finalmente lleva al fracaso. Como resultado, el fracaso ocurre, "cumpliendo" la profecía.

            Otro ejemplo en el ámbito laboral es la de los estereotipos negativos. Por ejemplo, si se cree que un grupo de personas tiene menos capacidad para tener éxito en determinadas áreas (por ejemplo, en la educación o el trabajo), los miembros de ese grupo pueden sentirse presionados o desmotivados, lo que disminuye su rendimiento. Este comportamiento podría ser interpretado como una confirmación de la profecía inicial, reforzando los estereotipos negativos y perpetuando la desigualdad.

            Un clásico ejemplo acerca de especulación sería la de una crisis bancaria. Si los depositantes comienzan a temer que un banco se vaya a quiebra, empiezan a retirar su dinero en masa. Esta reacción puede debilitar la posición financiera del banco, lo que efectivamente lleva a la quiebra, cumpliendo la predicción inicial.

            Otros ejemplos serían, Si un empleado cree que no será promovido o que sus esfuerzos no serán reconocidos, puede dejar de esforzarse, lo que lleva a un desempeño más bajo y, finalmente, a no recibir un ascenso.

Si una persona cree que su pareja va a abandonarla, esa ansiedad puede generar comportamientos (como la desconfianza o la dependencia) que eventualmente pueden terminar deteriorando la relación, haciendo que la predicción inicial se cumpla.

            Nunca las profecías son ciertas al principio. Pero los comportamientos y actitudes de las personas que la creen pueden hacer que se haga realidad. La creencia en la profecía, en lugar de un hecho real, es lo que genera el cambio. Una vez que la predicción se cumple, esto refuerza la creencia de que la predicción era correcta, lo que puede llevar a nuevas expectativas y acciones relacionadas.

            He aquí una de las 7 profecías para un ser consciente que merece estudio, análisis, interpretación y mucha reflexión  para este año 2025: La Profecía de la Gran Crisis Económica.

            Antes de comenzar a explicar esto pido disculpas por que no soy economista, ni tengo estudios profundos en economía. Pero aprendí a sumar, restar, dividir y multiplicar. Creo que estos ejercicios me permitirían hablar un poco de asuntos financieros.

Se predice que el mundo enfrentará una crisis financiera devastadora debido a la creciente deuda global y el colapso de los mercados. Sin embargo, esta crisis no es el resultado de una debacle económica real, sino de la constante difusión de pánico sobre una recesión inminente. A medida que las personas, impulsadas por el miedo, retiran sus inversiones y consumen con cautela, el mercado realmente se derrumba, aunque nunca existió una causa objetiva.

            Entonces, la gran crisis económica es una teoría que plantea que el colapso financiero no necesariamente será causado por una crisis económica real, sino que por el pánico colectivo y el temor extendido hacia una recesión. Esto genera una retroalimentación negativa que hace que la crisis se materialice, aunque en realidad no haya un colapso económico intrínseco.

Muchos estudios y analistas advierten sobre el aumento significativo de la deuda pública y privada a nivel mundial. Esto ha alimentado la sensación de que el sistema financiero está al borde del colapso. Aunque esta deuda es real, su impacto puede depender de la confianza en los mercados y de las decisiones políticas de los gobiernos y las entidades financieras. La solución es humana. No es divina.

            El miedo y la incertidumbre pueden ser más peligrosos que una crisis real. Cuando las personas empiezan a temer por una crisis económica, pueden tomar decisiones como retirar sus inversiones, disminuir el consumo o cambiar sus comportamientos financieros. Esto puede generar una caída real en los mercados, aunque las razones fundamentales para ese colapso no sean tan severas como el pánico colectivo las hace parecer. La solución es humana. No es divina.

            A medida que más personas se asustan, mas retiran su dinero de los mercados, lo que provoca una disminución del valor de los activos financieros, como las acciones y los bonos. Este descenso puede reforzar la percepción de que se está produciendo una crisis real, lo que a su vez impulsa más miedo, creando un ciclo vicioso.

            Los medios de comunicación y los analistas económicos juegan un papel importante en este proceso. Las predicciones constantes de recesión y la cobertura negativa de los mercados pueden generar un ambiente de ansiedad que lleva a los inversores y consumidores a actuar como si la crisis fuera inminente, incluso si no hay datos que los respalden.

            De llegar a ocurrir una crisis financiera en el año 2025 sería una profecía resultado de las acciones humanas guiadas por el pánico y la especulación – a diferencia de la crisis del año 2008 –

            La economía global está profundamente interconectada no solo por las fuerzas financieras, sino también por las precepciones, emociones y comportamientos de los sujetos. El temor y la ansiedad pueden ser tan poderosos que pueden desestabilizar incluso los sistemas más robustos. La crisis, entonces, podría ser más psicológica y social que económica.

            La profecía de la gran crisis económica también señala la importancia de la confianza en los mercados y las políticas públicas. Si la confianza se pierde, el pánico puede convertirse en una profecía auto cumplida.

            Nostradamus, Edgar Cayce, Juan de Jerusalén, la biblia, Baba Vanga, Paracelso, Lester Levenson y tantos otros profetas, tienen una base de creencias o visiones personales que parecen haber anticipado grandes eventos. Sin embargo, sus predicciones no siempre son claras o concretas, y quien las lee, piensa, reflexiona y saca conclusiones con respecto a las predicciones,  paga con la interpretación subjetiva de su existencia.

            La solución es humana. No es divina. Cada una de las predicciones se hizo en un contexto, histórico, cultural y social. Como estudiante eterno he podido interpretar que en 2024 años las sociedades no han cambiado mucho.

            Las sociedad humanas a lo largo de la historia, independientemente de su ubicación geográfica, cultura o periodo histórico, han compartido una serie de características fundamentales que las definen. Aunque las formas especificas en las que estas características se manifiestan puede variar, hay ciertos elementos comunes que se pueden identificar en casi todas las sociedad humanas. Estas son: organización social, lengua y comunicación, cultura y valores compartidos, estructuras de poder y gobierno, economía y trabajo, religión o creencias espirituales, normas jurídicas y leyes, tecnología y herramientas, educación y transmisión de conocimiento y arte y expresión cultural.

            Predecir no es difícil cuando la sociedad durante milenios mantiene las mismas estructuras que las hacen ser lo que son. Eternos ciclos de acontecimientos positivos y negativos.

            A lo largo de esta historia repetitiva hemos aprendido cosas pero nos falta mucho por aprender. Por ejemplo, que el ser humano merece todas las herramientas para lograr un desarrollo bio-psico-social que lo haga sentir que su paso por la Tierra valió la pena.

            Pero, siempre están los egoísmos que incluso nos hacen creer que el diablo, los aliens,  los malos espíritus, el destino, están metido en una futura construcción de la realidad.

La solución es humana. Más no divina.




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