La Relación entre la Ley de Murphy y la Psicología del Fracaso.
La Ley de Murphy y la psicología del fracaso están intrínsecamente relacionadas. La anticipación del fracaso puede ser tanto una carga como una oportunidad.
La Ley de Murphy es un principio que
se resume en la frase: "Si algo puede salir mal, saldrá mal". Se
atribuye a Edward A. Murphy Jr., un ingeniero aeroespacial estadounidense que,
en la década de 1940, trabajaba en pruebas de cohetes.
La ley refleja la tendencia de que,
en situaciones complejas, las cosas no siempre salen como se planean,
especialmente debido a errores humanos o fallos imprevistos (verdad universal
sobre la naturaleza humana). La ley implica una visión pesimista de la vida,
sugiriendo que siempre hay un margen para el error.
Sin embargo, la ley de Murphy apunta
a algo muy superior. Es un margen de vital importancia para el
aprendizaje, para evolucionar, para apuntar a una mejoría de nuestras conductas
relacionada con la creación, revisión y generación de nuevas ideas.
En este sentido la ley de Murphy
enfatiza la importancia de la preparación y la planificación cuidadosa para
mitigar los efectos de posibles fallos. Para el ciudadano común, el fracaso se
puede definir como la incapacidad para alcanzar un objetivo deseado o esperado.
Según Baumeister y Scher (1988), "el fracaso puede tener profundas
repercusiones psicológicas y emocionales" (p. 191).
La Ley de Murphy intentaría enseñar a
anticipar fallos. Según McGrath (1999), "la anticipación de problemas
puede mejorar la preparación y reducir por un lado los errores y la ansiedad
asociada con el fracaso" (p. 105).
Lo que cientos no saben es que el
fracaso es necesario para la maduración de la personalidad. Es decir, la vida
humana está tejida de aciertos y errores, de cosas que no se habían programado
y que otras veces no se cumplieron. Por lo general se aprende más con los
fracasos que con los éxitos. Pero, ¿a qué se llama fracaso? Según Enrique
Rojas, el fracaso es aquella experiencia interior de derrota, consecuencia de
haber comprobado que algo en lo que habíamos puesto nuestro esfuerzo, ilusión,
no ha salido como esperábamos; es la conciencia de no haber alcanzado la meta
propuesta.
El que ha fracasado tiene una reacción
de hundimiento, mezclado de melancolía y frustración; rabia interior y
descontento; siente que muchas cosas le han fallado y lo peor es que su
psicología, o sea, su pensamiento, no encuentra cómo organizarlas, ya que,
muchas veces están paralizados, bloqueados, en no saber qué hacer. Claro, para
muchos no es lo mismo un fracaso afectivo que profesional, laboral, económico,
de pareja o familiar.
Cada ser humano lo percibe de manera
distinta, pero depende de las circunstancias, de la capacidad que tenga esa
persona de manejar conflictos, del tipo de apoyo que tenga y hasta de las
vivencias y el sentido de vida y las razones existenciales. Es normal que nos
formemos ilusiones, que abracemos objetivos y metas en la vida, pero debemos
estudiar las posibilidades, la estrategia y la técnica, de cómo seguir el
proyecto de una vida alcanzable, posible, integral, y sobre todo, con el
proyecto cultural de ser feliz. Para salir bien del fracaso: lo primero es no
culparse, y lo segundo es abandonar el miedo, lo tercero es aprender a
conquistarse a usted mismo. Ahí está la clave.
La gente que le teme al fracaso no
arranca, no se mueve, no planifica, nunca empieza, debido a que su psicología
está derrotada, sus pensamientos están llenos de dudas, de imposibilidades;
todo es oscuro, de visión en túnel; donde estos temores lo llevan a no hacer
nada, y si fracasa, siente que debería morirse, por aquello de que “yo no sirvo
para nada”. Así piensa, actúa y vive el atrapado en la psicología del
fracaso.
La historia y los pueblos tienen
innumerables experiencias de fracaso. Ejemplos sobran: Abraham Lincoln, Nelson
Mandela, Gandhi, Juan Bosch, etcétera.
Se llega al psicológico del fracaso
cuando las vivencias y frustraciones se llevan a través del condicionamiento
psicológico, de la forma de reaccionar en diferentes circunstancias asumiendo
actitudes de derrota y comportamientos pesimistas o, teniendo socialmente
respuestas conformistas, es así como se llega a la psicología del fracaso. Y se
hace necesaria una intervención profesional psicológica.
Es necesario superar con optimismo
las ideas pesimistas ancladas en nuestra mente. Es necesario aprender del
fracaso, a vencerlos y superarlos cada vez que se presentan. Aprender de forma
inteligente a cambiar los fracasos por éxitos. Recuerde que para esto se
necesita de la perseverancia, de insistir, persistir y resistir hasta lograr el
objetivo final.
El fracaso, el error, equivocarse,
como sugiere la Ley de Murphy, no es solo un evento aislado, sino una
oportunidad para aprender. Según Reivich y Shatté (2002), "la resiliencia
es clave para adaptarse y recuperarse del fracaso" (p. 48).
La expectativa de que algo saldrá mal
puede crear un ciclo negativo. Según Atkinson (1982), "la anticipación del
fracaso puede, paradójicamente, aumentar la probabilidad de que ocurra"
(p.
El fracaso puede generar una variedad
de emociones, desde la frustración hasta la depresión. Según Seligman (2006),
"las reacciones al fracaso pueden estar influenciadas por las creencias
personales sobre el éxito y el fracaso" (p. 87).
Algunas maneras de manejar el fracaso
(psicología del fracaso) y anular la ley de Murphy es desarrollar
estrategias proactivas que pueden mitigar el impacto del fracaso. Según Covey
(1989), "ser proactivo implica anticipar problemas y planificar en
consecuencia" (p. 28).
Otra forma es incorporar en la
empresas, organizaciones o instituciones espacios de cultura del aprendizaje
(nadie nace sabiendo, todos los días se prende algo nuevo, bajar niveles de
mobbing o acoso laboral e insertar actividades para-con-desde-las jefaturas y
colaboradores. Según Argyris (1991), "el aprendizaje organizacional es
fundamental para evitar errores repetidos" (p. 14).
Tambien el apoyo social juega un
papel crucial en la superación del fracaso. Según Cohen y Wills (1985),
"el apoyo social puede actuar como un buffer contra los efectos negativos
del fracaso" (p. 310).
La Ley de Murphy y la psicología del
fracaso están intrínsecamente relacionadas. La anticipación del fracaso puede
ser tanto una carga como una oportunidad. Al adoptar una mentalidad de
crecimiento y estrategias proactivas, las personas pueden transformar el
fracaso en un catalizador para el aprendizaje y el desarrollo personal.
Referencias
1-. Argyris, C. (1991). Teaching
smart people how to learn. Harvard Business Review Press.
2-. Atkinson, J. W. (1982). Human
motivation. Holt, Rinehart and Winston.
3-. Baumeister, R. F., & Scher,
S. J. (1988). Self-esteem and the failure of self-esteem theory. In J. W.
Atkinson & J. O. H. G. (Eds.), Motivation and Emotion (Vol. 12, pp.
191-211). Plenum.
4-. Brooks, F. P. (1995). The
mythical man-month: Essays on software engineering. Addison-Wesley.
5-. Cohen, S., & Wills, T. A.
(1985). Stress, social support, and the buffering hypothesis. Psychological
Bulletin, 98(2), 310-357.
6-. Covey, S. R. (1989). The 7 habits
of highly effective people: Powerful lessons in personal change. Simon &
Schuster.
7-. Dweck, C. S. (2006). Mindset: The
new psychology of success. Random House.
8-. Dyer, W. G. (2004). The
entrepreneurial experience. Cengage Learning.
9-. McGrath, J. E. (1999). The social
psychology of time: New perspectives on the past, present, and future. Sage
Publications.
10-. Reivich, K., & Shatté, A.
(2002). The resilience factor: 7 keys to finding your inner strength and
overcoming life’s hurdles. Broadway Books.
11-. Seligman, M. E. P. (2006).
Learned optimism: How to change your mind and your life. Vintage.
12-. https://hoy.com.do/la-psicologia-del-fracaso.
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