Diario de un desvinculado - Otoño – Segunda semana - La Honestidad
No creas que quiera dar pena. Porque no se me ha pasado por la cabeza de que sientas lastima por mí. Tampoco quiero que sientas tristeza. Ni rabia. Ni cólera. Más bien te invito a que me acompañes. A mí me acompañaron pocas personas. Pero esas personas que me acompañaron en mi despido son valiosísimas. Y por ellos escribo. De alguna manera para darle las gracias a sus abrazos, palabras de aliento, palabras de motivación, palabras de amor, palabras de magia, de alegría, de seguir, con regalos traducidos en palabras llenas de sabiduría, de fe, de seguir construyendo.
También quiero invitarte a reflexionar. Y te invito a reflexionar porque
existe gente que ha determinado quitarse la vida frente a un despido o desvinculación.
Imagínense; quitarse la vida porque te expulsaron de algún lugar. Créanme, sucede. Y con mucha frecuencia.
Si escribo esto es porque nadie nos
acompaña – solo la familia y muy pocos amigos - en un proceso tan difícil como el despido.
Si escribo esto es para que encuentres dentro
de cada palabra, frase, oración solo
pura y santa bondad de mi parte y algo de esperanza. ¿Sabes por qué? Porque la
esperanza es el motor del agradecido de vivir, de existir. La esperanza es la espada del guerrero silencioso que piensa en un mundo mejor. La esperanza es la carta de presentación de quien piensa que todo puede mejorar.
La esperanza es el motor del sabio que puede
mirar el pasado con miras al futuro
estando en el presente.
Si escribo esto es para que nunca pierdas la confianza, que es sinónimo de Esperanza.
Si escribo esto es para que mantengas cierta seguridad,
que es sinónimo de Esperanza.
Si escribo esto es para que mantengas cierta certidumbre, que es sinónimo de
esperanza.
Si escribo esto es para que mantengas cierta
o ciertas creencias, que son sinónimo
de esperanza.
Si escribo esto es para que mantengas una o
varias promesas, que es sinónimo de
esperanza.
Si escribo esto es para que mantengas cierta perspectiva,
que es sinónimo de esperanza.
Si escribo esto es para que mantengas cierta ilusión,
que es sinónimo de esperanza.
Si escribo eso es para mantengas cierto optimismo que también es sinónimo de esperanza.
Sin embargo, uno de los hechos que no se
pueden negar es enfrentar la situación de despido. Sobre todo con quienes te
rodean. Tienes que hablar. Tienes que comunicarte. Tienes que sacar. Soltar.
Fue así como en la segunda semana de mi
despido y aun en shock recordé lo que hice minutos después del mensaje. Si, de un frio mensaje enviado por whatsapp.
Mis primeras palabras fueron dirigidas a mi
esposa. Después de recibir el whatsapp de despido - Imagínense que estamos tan avanzados en ciencias
y tecnologías que ahora te pueden despedir por whatsapp, SON INCREIBLES!!!!!. Pero increíblemente
ESTUPIDOS, ya que, el hecho es tan detestable como terminar con alguien después
de un amorío profundo por mensaje de texto - la llame por teléfono. Pero antes de eso me
demore aproximadamente treinta y siete minutos para arreglar mis ideas.
Estaba solo en casa, mi única acompañante era
mi mascota fiel. Que mueve la cola a todo momento. Es increíble como nuestros
fieles amigos perrunos te sacan de las sombras solo con mover su cola. Ahí están.
Siempre están ahí. Aunque no los llames. Aunque no los nombres. Eso se llama
fidelidad. Es necesario aprender de ellos. Y mucho.
Mientras intentaba arreglar mis ideas, no sabía
si llorar, arrancarme los pelos de la cabeza, tomar pastillas para dormir y no
despertar jamás, romper la casa, tomar el auto y chocarlo, agarrar un cuchillo
y enterrármelo en el estómago, tomar cloro, agarrar un cuchillo y cortar mis
venas de forma tal que no cicatrizaran después del corte, tirarme de un puente, agarrar
un lienzo y colgarme en el patio de mi casa, beber veneno, caminar sin norte
hasta que sangraran mis pies, salir a la calle y dejar que me atropellara un camión,
un bus, un auto, emborracharme y salir en auto para tener un accidente
voluntario, tirarme del segundo piso de mi casa – aunque está a nombre de mi
esposa-, incendiar la casa conmigo adentro, comprar bencina y distribuirla
equitativamente por todo mi cuerpo, prender fuego y arder en silencio, entrar
en estado de coma producto de alguna droga, encerrarme en el auto y respirar
hasta quedarme dormido, y una extensa lista de distintas formas de aniquilarse.
¿Por qué? Porque de un momento a otro pasa
por la cabeza que el despido o desvinculación es total y absolutamente culpa de
uno. La culpa entonces te empieza a carcomer y te provoca angustia. La angustia
reposa en tu mente y se transforma en ansiedad. La ansiedad provoca dolor de
cabeza, vómitos, serios trastornos intestinales, dolor muscular y ganas de llorar, Es que, ¿a quién se le ocurre
despedir a alguien saliendo de un momento histórico tan complejo como la pandemia?
Solo a un reptiliano de corazón se le ocurriría o a un gris. O sencillamente a
una persona. Que es distinto a la concepción de sujeto, ciudadano y ser humano.
Una persona comete ese error de
desvincularte. Una persona que no ha alcanzado la madurez bio- psico- social se
atrevería a sacarte de ciertos planes laborales.
Después de desechar en ese momento la idea de
auto aniquilarme marco el teléfono de mi
esposa.
Empecé a sudar. Pensaba:
-
Como le digo?
-
Le digo sin vueltas y directo?
-
Invento algo?
-
Digo que no solo fue a mí sino que también despidieron
a mas compañeros – porque tenemos la maldita costumbre de resguardarnos en la
masa, en el número, en el "no fui el único", es decir, entre más sufren o entre más son los
caídos se debería esperar mayor comprensión
de otro que escucha? Y si, funciona.
-
Digo que hubo reducción de personal? De personal,
que palabra más detestable. O digo que hubo reducción de colaboradores?
-
Digo que la culpa es del presidente?
-
Digo que la culpa es de la política?
Seguía sonando el teléfono intentando
comunicarme con mi esposa. Seguía sudando. Mi cuerpo subió de temperatura. Se me
apretó la garganta. Porque para un hombre – en el mundo del machismo
tradicional compensado- que te despidan es como que no vales como hombre, como varón,
ya que, dejaste de ayudar, de cooperar. Pura fantasía. Solo lecturas
culturales. El asunto es que duele. Ya que, cualquiera que es expulsado sufre.
Demoraba en contestar. Había escrito algunas
palabras en un papel. Para evitar cualquier contratiempo.
Cuando al fin me contesto le digo:
-
Mi amor me despidieron – se me salió. no lo pensé. sin ningún tipo de filtro le dije que me habían despedido. pero fue involuntario. según ciertos psicólogos no es involuntario por que no existen actos involuntarios pero sin inconscientes, el papel donde había
anotado palabras protocolares se fue al carajo- hubo un silencio de tres
segundos. Para mi fueron tres horas. Sentí una distorsión en el llamado y dijo:
-
No importa. Yo estoy aquí. Siempre estaré ahí. cuando llegue a casa conversamos, Tengo algunas cosas que decirte. Te amo.
Llore.
Pero, cuando le corte y le di las gracias
por su apoyo.
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