Autómata - De la producción a lo humano – Día de la mujer - Sexta reflexión.
Hacer una
pausa. Dejar de caminar por un momento. Mirar alrededor. Arriba. Abajo. A los
lados. Afuera. Dentro.
A veces, las responsabilidades
diarias no nos permiten hacer un espacio de reflexión. De introspección. De mirar
adentro. Hoy me di la oportunidad de hacerlo. es un ejercicio muy sano. Vale la pena construir ese espacio.
Caminaba con
mis brazos llenos de papeles, cuentas, y el infaltable e infatigable celular. De pronto, pare
de caminar y deje todas mis cosas en una banca cercana a la universidad donde
trabajo.
Recordé que
hoy es el día de la mujer. Y en ese sentido recordé a las mujeres que la vida
me ha dado la oportunidad de conocer. Compro un café y prendo un cigarro. me vuelvo a sentar en la banca.
Son tantas las
mujeres que me han brindado apoyo en lo que va de mi vida y restando. Y mujeres
emprendedoras y empoderadas que día a día pese a todas las adversidades jamás renunciaron a
querer ser parte fundamental de la vida de este humilde servidor. Y de compartir sus vidas conmigo.
Consejos, vías
de escape, miradas distintas, argumentos llenos de vida, paz, armonía, reconciliación,
perseverancia y emprendimiento.
Entre las
mujeres que me han ayudado se encuentran, mi madre, mis tías y mi esposa. Cada una
forma y formo parte fundamental en esta travesía llamada vivir.
Mi madre me
enseño, entre otras cosas, la capacidad de salir adelante frente a las
circunstancias adversas. Asunto que demore en entender porque como buen
aprendiz se piensa que la vida, la realidad, está siempre afuera, por tanto, si
lo esta, se puede culpar a la realidad o a la vida de nuestros errores. No obstante,
mi madre me educo durante años intentando hacerme entender que la realidad, que lo que nos circunda, que
la vida está dentro. Adentro de uno. Y que la vida es la proyección de nuestro corazón.
En este
sentido, cultivar el corazón, las emociones, los sentimientos permitirían construir
llaves para abrir puertas que estarían instaladas en la vida, en la realidad.
Mi madre
siempre me decía: “… Rodrigo, negrito, déjate de estar triste. La vida es
demasiado corta. Pero es bella. No pierdas tu tiempo entrampándose en
situaciones que no valen la pena. El sol sale todos los días. La luna también. Los
días son cortos. No se vuelven a repetir. No los desprecies. No te ahogues en el orgullo. No te ahogues en el silencio. Solo una vez tendremos la posibilidad de
estar aquí. No sé qué pasara después de morir. Pero lo que si se es que todo
pero todo lo que busques lo encontraras. Solo tienes que construir las llaves para
abrir cada puerta. Pero lo esencial es abrir siempre la puerta de tu corazón. Hijo
mío, aprenda a ver la vida de adentro hacia afuera. Y sonríe. Que cada vez que
lo hagas una sonrisa acariciara tu pesadumbre o soledad. Nunca, pero nunca
dejes de sonreír…”
Mis tías también
son esenciales. Las tías son esenciales. De todas mis tías, cada una con su filosofía,
logro instaurar también una semilla de aprendizaje y enseñanza.
Una de ellas
me enseño el glamour. Que aunque suene superficial sirve en ciertos aspectos. Mi
tía, con un pasar económico muy bueno me llevo por la senda del auto-cuidado y
de la presentación personal hacia el exterior. Me peinaba, arreglaba mis
pantalones, en ocasiones zurcía mis poleras, me obligaba a llevar perfume, me
alentaba a hablar muy bien, a no decir malas palabras, a ser respetuoso,
caballero. Ella tenía una frase, esta era: “… no importa lo que lleves sino el cómo
lo lleves…”
Otra tía me
enseño la admiración por el trabajo. De vez en cuando la visitaba en su trabajo
y nuestras conversaciones giraban en torno al orden de los objetos y de lo entretenido de su trabajo. Su filosofía
era muy simple: arregla y ordena para posteriormente tener tiempo para caminar,
jugar, leer, convivir, conversar, ver una película, o sencillamente sentarse a
mirar la puesta de sol. Su frase era: “… lo mejor de trabajar es el descanso de
haber hecho la obra diaria…”
Otra tía me
enseño el valor de la recreación. Del paseo. De caminar. De salir a deambular. El
motivo esencial decía era que la pena o el dolor se pasaba haciendo algo. Como
por ejemplo, caminando, tomándose un helado, asistiendo al cine. Según mi tía,
el dolor se instalaba y había que dejarlo fluir. Y el movimiento era la mejor
forma de dejar fluir el dolor. Sino, decía mi tía, el dolor se instala y no querrá
salir jamás de tu mente y tu cuerpo. Su frase era: “… el dolor desaparece
cuando hablas con el, cuando te mueves …”
Otra tía me
enseño el valor del deporte. Según ella el deporte era terapéutico. Ella tenía
la filosofía que el deporte era curativo. Me invitaba a hacer deporte. Y ella
fue la precursora que después de un tiempo yo hiciera deporte durante años. Fueron
domingos muy entretenidos que bajo el sol, transpiración y ánimo, aprendí el
valor de la perseverancia. Su frase era: “… cuando te caigas levanta la cabeza
que el horizonte seguirá ahí para ti…”
Otra tía me
enseño el valor de la humildad. De la presentación sin mascaras ante el mundo. El
ser uno mismo. El de no olvidar la raíz. El de ser autentico. El de hablar
desde el corazón. El de no envolver con objetos materiales el alma, el cuerpo y
la mente. El de volar. El de no tener miedo a irrumpir desde lo más profundo de
uno mismo siendo uno mismo. Su frase
era: “… y que tanto, aquí estoy yo. Al que le guste bien y al que no también…”
Esas son algunas
de mis tías. Aún viven y las extraño mucho. No puedo escribir sobre
todasssssssssssssssssssssssssssss mi tías ya que se, que dejarías de leer por
ser demasiado largo el relato. y como eres un hombre o mujer ocupado no tienes mucho tiempo para leer. Finalmente, la
mujer que me acompaña hoy es mi esposa.
Mi esposa es
una mujer de lucha, perseverante. Habla lo justo y necesario. No obstante, es
una mujer de acción más que de palabras. Ella, valora mucho más la acción que
las palabras. Ya que, las palabras se las lleva el viento. En cambio la acción queda
grabada en un hecho concreto y no abstracto.
Ella me
levanta todos los días. Literalmente y poéticamente hablando. Yo, a veces me
canso, ahora me canso un poco más, ya que, no tengo quince años.
A veces también pierdo la fe y ahí esta ella recordándome que no estamos solos en el universo y menos en la vida.
A veces también pierdo la fe y ahí esta ella recordándome que no estamos solos en el universo y menos en la vida.
A veces me
levanto triste y ella hace que mi día no lo sea.
A veces no quiero ir a trabajar y me recuerda que yo elegí mi profesión que lo hago bien y que hay gente que me necesita.
A veces, no sonrió y me dice sonríe. Es una de tus cualidades mas bellas. tu sonrisa genera esperanza.
A veces no quiero ir a trabajar y me recuerda que yo elegí mi profesión que lo hago bien y que hay gente que me necesita.
A veces, no sonrió y me dice sonríe. Es una de tus cualidades mas bellas. tu sonrisa genera esperanza.
Mi esposa es
guapa. Pero ella no lo sabe. Y me hace repetírselo todos los días. Cuando le
digo te amo a veces se pone de color roja. Eso a mí me gusta.
Podría escribir
muchas páginas de como mi esposa es. No obstante, solo quiero decir que es la
mejor compañera de mi mundo. Y por eso se ha ganado mi corazón. Y por eso se ha
ganado mi respeto. Por eso se ha ganado mi amor.
Entonces, después
de hacer una pausa. Dejar de caminar por un momento. Mirar alrededor. Arriba.
Abajo. A los lados. Afuera. Dentro.
Entonces, después
de alejarme de las responsabilidades diarias que me permitieron reflexionar y mirar
adentro en donde caminaba con mis brazos llenos de papeles, cuentas, y el
infaltable e infatigable celular. De pronto, pare de caminar y deje todas mis cosas en una
banca cercana a la universidad donde trabajo. Prendí un cigarro y me tome un café.
Recordé entonces
que hoy es el día de la mujer. Y en ese sentido recordé a las mujeres que la
vida me ha dado la oportunidad de conocer.
Por eso y
mucho más: GRACIAS. GRACIAS TOTALES. GRACIAS UNIVERSALES.
Comentarios
Publicar un comentario