Al Encuentro del Principito. Parte I
Al
encuentro del principito.
encuentro del principito.
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Parte
I.
Parte
I.
Mi planeta estaba constituido por innumerables razas.
Habían de todo tipo. Unos eran de color, otros no y unos, término medio. Casi
nunca hubo peleas. La única que presencie fue cuando era más pequeño. Ahí, un
amigo discutía con otro porque decían que cerca de la Tierra había dos lunas.
Uno decía que había solo una. El otro, insistía en que había dos. Yo pensaba
que sólo había una.
Hacía calor en mi planeta en
ese tiempo. De no ser por los inmensos equipos que producían frío yo creo que
más de alguno hubiese muerto de asfixia. Si no quemado por el abrasador sol.
Desde hacía mucho tiempo que
soñaba con ir a la Tierra. Mis padres no me dejaban ir. Decían que era muy
peligroso. Que existía una raza llamada
humanos y que eran muy extraños. Sin embargo, aún quería ir a pesar de lo que
mis padres decían.
Cerca de casa, existía una
especie de base para la llegada y salida de las naves que llegaban a cualquier
parte del inmenso universo. Todas las tardes, después de estudiar física, nos
íbamos con mis amigos a jugar. Lo pasaba muy bien.
Un día me acerqué al lugar en
donde nos juntábamos y no encontré a nadie. Me pareció muy extraño porque mis
amigos eran muy puntuales. Esperé más de una hora y me fui a casa. Sin embargo,
cuando emprendía mi viaje salieron a mi espera dos íntimos enemigos. Era Isor y
Oper. Ninguno de nosotros se estimaba. Me acerque lentamente y pregunte a ambos
que deseaban. Isor preguntó:
¿Aún deseas ir a la Tierra Zephirot?
Ese no es asunto tuyo Isor – Exclame enojado-
¿Estás seguro de que no es asunto nuestro? - Pregunto Oper-
Sí- dije con fuerzas- no es asunto de ustedes.
¿Eso es lo que crees? – grito-
Inmediatamente,
Isor me tomo de los brazos y Oper de los pies. No podía moverme. Estaba
perdido. Estaba en manos de dos mentes muy perversas. No sabía qué hacer. Sólo
atiné a pegar una patada a Oper en su boca y logré escapar. No sabía dónde ir.
Solo atine a meterme a un espacio de color gris. Era una especie de
compartimento sin luz y muy frío. Me quede ahí por minutos mientras Oper e Isar
me buscaban desesperados sedientos de venganza. Todo iba bien.
Cuando pensé que ya no estaban sentí una luz que se
prendía a mis espaldas. Ahí estaban mis captores. Pero detrás de un sólido y
transparente vidrio. Estaba atrapado. No
tenía donde huir. Solo atine a correr a la salida, pero era ya tarde. Oper e
Isar, habían encendido la nave. Esta ya tenía un destino determinado. Y la
dirección era la Tierra...
Después de dejar atrás mi planeta y a mis enemigos, en
la cabina comenzó a salir una fragancia liviana y generosa al otear. Esta,
llenó el espacio de mi nave. Me produjo un sueño de tal magnitud que no pude
evitar caer en un profundo silencio. Agradable, pero confuso. De no ser por el
impacto de la nave en aquella ciudad jamás hubiese despertado. El choque tuvo
consecuencias graves. Esta, ya no podía tener nuevamente un uso. Es decir, que
estaba atrapado en la Tierra.
Salí de mi nave. El cielo era
azul. El aire era sofocante. Creo que en aquel planeta existían estaciones.
Eran cuatro. Otoño, invierno, primavera y verano. Existía también el tiempo.
Claro que fue un consenso de la raza humana. Llegue a las cinco de la tarde,
según un reloj que estaba en lo alto de un edificio no muy lejano, de un verano
en el año 2017.
Saque mis utensilios más
esenciales. Estos estaban en el interior de la nave y servían para sobrevivir
ante cualquier amenaza. Deje mi nave. Y la destruí. Una vez escuche decir que
si dejabas una nave al descubierto podía ser estudiada por la raza humana. De
ser así podían llegar a nuestro planeta. Y si esto ocurría, podíamos peligrar
nosotros como raza. Aunque no éramos tan diferentes. Lo único que nos hacía
distintos era que nosotros poseíamos los ojos azules. Y muy brillantes.
Me dirigí a aquel edificio
que amablemente me había indicado la hora. Mi nave ya destruida solo acusaba
una pequeña fogata de humo negro. Creo que había caído en un parque de la
ciudad. Cuál fue mi sorpresa, que al dar la vuelta de ese edificio me encontré
con una tremenda civilización. Había autos, mucha gente, caballos, mucho ruido,
humanos, mucho tumulto, edificios, muchas calles… pero lo peor era que la gente
no dejaba de mirarme. No sé por qué me miraban tanto. Y eso que no andaba
vestido de manera diferente. Solo andaba con una capa azul que era roja por
dentro, botas negras, una espada, una camisa y pantalones blancos y un cinturón
amarillo. Tal vez era mi rubio pelo lo que llamaba la atención. No lo sé. Pero
de un tiempo a otro comencé a sentirme incómodo.
Para evitar seguir sintiéndome
mal hable con una persona que vendía flores. Cuando las vi no pude evitar
acordarme de una planta que tuve cuando era pequeño y que no alcanzó a ser
devorado por los Baobabs.
-
Buenas tardes- dije
amablemente- ¿En dónde estoy?
-
Buenas tardes- Contestó
el vendedor de flores- ¿Quiere una flor? - continuó.
-
No por el momento no-
Contesté- ¿Usted podría decirme dónde estoy? - repetí.
-
Seguro que no quiere una
flor. Están nuevas. La corte esta mañana.
-
No… solo quiero saber dónde
estoy.
-
¿Que usted no sabe dónde está?
- replico el señor.
-
No… no sé dónde estoy… ¿Podría
decirme usted en qué lugar me encuentro?
-
Claro. Usted está en África.
A veinte kilómetros se encuentra el más famoso de los desiertos.
-
Gracias- le dije un poco
molesto por la espera de su respuesta-
Después de que me dijo el
lugar donde me encontraba me quedo dando vueltas en mi cabeza el lugar que
aquel señor me había indicado. **África**- sonaba en mi cabeza-. ** África**-
volvía a sonar-. De un momento a otro sentía haber estado ahí no hace mucho.
Seguí caminando hasta que dos hombres de extrañas
vestimentas negras y tres hombres más de blanco me detuvieron. Pedí permiso por
que no me dejaban pasar. Un hombre de negro dijo:
-
Señor, por favor
acompáñenos.
-
¿Donde? - Pregunté
curiosamente-
-
Solo acompáñenos- reitero
el tipo-
-
Pero, ¿dónde? - Reitere
amablemente.
El tipo
no me contestó. Solo me tomo del brazo, me metieron a un automóvil y lo último
que divise fue que un gran número de personas se habían congregado alrededor
del auto.
En
el auto pensaba en la gran bienvenida que la raza humana me había dado. Me
llevaban a un lugar sin siquiera conocer a nadie. Nadie había ocupado la
violencia y los humanos sí que eran contenedores. Eran extraños, pero
contenedores.
Me quede dormido. El viaje fue largo. Me baje y me llevaron
a una sala. En esta había una silla, un micrófono y agua. Me dijeron que si
cooperaba todo saldría bien. Me senté y frente a mí se prendió una fuerte luz.
Pedía que bajaran la intensidad por que no podía verlos. Lo hicieron y me
acomodé en mi pequeño asiento. Me saque mi capa, porque hacía demasiado calor,
deje mi espada al lado de la silla y me quede quieto. De pronto, una voz como
de ultratumba dijo:
-
Díganos su nombre por
favor.
-
Zephirot- Dije
amablemente-
-
¿De qué lugar proviene? -
prosiguió-
-
Del planeta B-613-
continué- aunque el mío había sido el B- 612 ya no quedaba nada de él. Al
final, tuve que emigrar de él porque un asteroide se acercaba. Terminó por
destruir mi pequeño planeta. Pero, tampoco venía del B-613, sino que provenía
del planeta Tyro. Este estaba cerca de Júpiter. Mentí. Porque recordé que los
humanos eran muy curiosos. Y si llegaban a mi planeta podían formarse grandes
estragos.
- Del planeta B- 613- replique.
-
¿A que vino a la Tierra?
- pregunto la voz de ultratumba-.
-
¿Por qué? - respondí-
-
Responda la pregunta por
favor- dijo la voz-
-
¿Por qué? - Respondí-
-
Sólo responda por favor.
-
¿Por qué? - dije ya
enojado-
-
Necesitamos saber a qué
vino a nuestro planeta para poder ayudarlo con su regreso.
-
Vine por una mala jugada.
Les relate lo que había sucedido con Oper e Isar. También les conté sobre mi
planeta, sus características, sobre mis amigos, el calor que hacía y que
nosotros no teníamos tiempo como el de los humanos. También explique lo de mis
ojos. O sea, él porque del color y de lo brillante que eran. Terminé diciendo
que estaba cansado. Que quería dormir y que necesitaba terminar con responder
las preguntas.
Los
convencí y me llevaron a una especie de celda. En este lugar había un hombre de
no más de 56 años. Se llamaba Aron. Lo mire y dijo:
-
¿Quién eres tú?... Yo
aquí duermo sólo.
-
No se preocupe. Mi nombre
es Zephirot. Y no le haré daño. Me senté en una cama de no más de una plaza. Me
recosté y dormí.
Podría haber dormido dos
días más. Pero Aron me despertó muy intranquilo.
-
¿Quién eres Tú? - Dijo
conmocionado-
-
Soy Zephirot- Dije amablemente-
-
Vienes a hacerme un test-
Replicó-
-
¿Qué es eso? - señale-
-
Más encima eres
inteligente. Apuesto que te mandaron dispuesto a mentir y a no darme lo que yo
quiero.
-
¿Qué quiere usted? -
Dije-
-
Libertad- respondió-
-
En mi planeta son todos
libres. Nadie esta encadenado a nada. Uno puede hacer lo que quiere, pero sin
hacerle daño a nadie. De hecho, son todos libres. ¿Usted por qué esta aquí?
-
Yo quiero mi libertad. Un
día me la arrebataron de mis manos…
-
Si… ¿Pero, qué hace usted
aquí?- dije curiosamente-
-
Solo estuve vivo como por
veinte años. Después, este lugar me mato.
-
Pero… ¿Qué hace usted
aquí?
-
Solo quería mostrar lo
que los otros no veían. Esto me pasó por hablar demasiado.
-
Aron… ¿Qué hace usted Aquí?
- Dije un poco más enojado.
-
Siempre me vas a hacer la
misma pregunta. Así eres. Te mandaron aquí para que me hicieras la misma
pregunta. ¿De esto se trata todo esto? No te lo diré. Porque tal vez nunca
pueda salir de aquí.
-
Solo quiero saber por qué
esta aquí señor. Usted aún no me lo dice. Pero, si usted no quiere yo le cuento
él porque de mi presencia a su lado- solo me miro dispuesto a escuchar-. Le
conté que mis enemigos me habían puesto en una nave y todo el resto de la
historia que ustedes ya conocen.
-
Yo estoy aquí por que hable.
-
¿Cómo es eso? - pregunte
asustado-
-
Por lo que escuchas.
Estoy aquí por decir cosas que los demás no querían escuchar. A mí alrededor
pasaban muchas cosas. Yo escribía libros. Una vez escribí sobre el
comportamiento de los demás humanos. Algunos se enojaron y otros no tanto.
Pero, en definitiva, aquí estoy. A tu lado. Y con muchas ganas de recuperar mi
libertad.
-
Me parece extraño que lo
hallan encarcelado por decir lo que usted pensaba. En mi planeta eso no pasa.
Es más, cuando uno dice algo que no gusta se conversa. Pero nunca han
encarcelado a alguien por decir lo que siente. ¿Porque cree usted que lo
encarcelaron?
-
Me imagino que para no
contagiar a los demás con mis ideas.
-
¿Las ideas se contagian?
-
Creo que sí.
-
Yo creo que no- Dije-
-
Yo creo que sí- replico-
-
¿Usted me podría explicar
por qué usted cree que sí? - Dije con curiosidad-
Yo pienso, que las ideas
contagian. Algunas ideas pertenecen a lo que los demás piensan. Otras a lo que
uno piensa. Parece que cuando uno dice algo nuevo eso molesta. La gente se
asusta. Te da la espalda. Y te alejan como a un enfermo.
-
¿Usted está enfermo?
-
¿Qué crees tú?
-
Yo pienso que no. ¿Qué es
un enfermo?
-
Es alguien que tiene algo
diferente a los demás. Es una persona que piensa diferente. Es una persona que
dice lo que piensa. Que expresa lo que tiene dentro de su corazón.
-
Entonces, ¿En mi planeta
están todos enfermos?
-
¿Por qué dices eso?
-
Porque en mi planeta
todos dicen lo que piensan. Y nadie está encerrado como usted.
-
¿Eso piensas?
-
Si… eso pienso. Aunque
una vez estuve encerrado. Pero en mí mismo. No veía las cosas con claridad.
Estuve como con pena por largo tiempo. Fue porque cuando pequeño tuve un amigo.
Y un día lo perdí. No sé qué pasó. Sólo desapareció.
-
¿Estas triste?
-
No tanto… creo que muy
pronto lo veré. Sino es aquí será en otra parte.
-
Eres un hombrecito muy
extraño.
-
y usted un adulto muy
asustado.
Deje a mi amigo Aron al otro día. Me pareció un buen
hombre. No sé por qué estaba aquí. Me pareció extraño que perdiera su libertad
por decir lo que pensaba. Al parecer, de un tiempo a otro nadie le creyó. Debe
ser doloroso que de un momento a otro la gente deje de creer en ti. Por lo
menos a Aron le pasó. Y por eso él sufría.
Ese día no me hicieron más preguntas. Solo me dejaron
en otra sala. Ahí había un sujeto más extraño que Aron. Se llamaba Rental.
Hablaba mucho. De hecho, no dejaba hablar. Desde que entre me dijo que
fundamentará mi presencia. Hasta que me molesté y le dije:
-
¿Por qué usted pierde el
tiempo en fundamentar su vida? - pregunte-
-
Por qué no conviene dejar
espacios abiertos en el corazón del ser humano- Señalo pensativo-
-
¿Y por qué no? - replique-
-
Porque así no se sufre.
-
¿Sufrir de qué? - señale
extrañado.
-
De que las cosas sucedan
y no puedas remediar las consecuencias.
-
¿No entiendo? - dije-
-
Lo que pasa es que la
vida es para estudiarla. No para sentirla. Si la sientes sufres. Si la sientes
te alejas de lo que es realmente.
-
¿Y qué es lo real?
-
¿Qué no lo sabes? -
replico enojado-
-
No… no lo sé. Por eso le
pregunto.
-
Lo real es lo que está a
tu lado. Todo lo que puedas tocar. Lo demás son pamplinas.
-
Pero, hay cosas que uno
no ve. Pero, sin embargo, pueden ser reales.
-
¿Cómo qué? - dijo
extrañado-
-
Cómo el sentirse bien con
uno mismo y los demás. ¿Que usted no lo ve?
-
No… no lo puedo ver.
-
Pero, el hecho que no lo
vea no quiere decir que no exista.
-
Eres muy extraño.
-
No… el extraño es usted.
-
¿Cómo puedes demostrarme
que lo que no veo existe?
-
¿y usted cómo puede
decirme que algo existe si yo no lo puedo ver?
-
Siento una gran pena por
ti pequeño hombre. Estas equivocado.
-
Yo siento que lo que dice
usted no lo puede demostrar.
-
No te entiendo.
-
Usted quiere que yo crea
en usted. ¿Cierto?
-
Sí.
-
Sin embargo, usted no
cree en mí.
-
No.
-
Pero aun así siente algo
por mí. ¿Cierto?
-
Sí.
-
¿Y eso usted dice que no
lo puede ver?
-
Si… si lo veo.
-
Entonces, el hecho de que
no pueda ver algo no quiere decir que no exista. ¿Cierto?
-
En eso tienes razón
pequeño hombre.
-
¿Quién es más extraño
usted o yo? Algunas veces uno ve lo que quiere ver. Algunas veces la vista no
funciona correctamente. Lo más importante es invisible. Lo que se ve a veces
son solo apariencias. No se ve verdaderamente más que con el corazón. Para los
ojos, lo esencial es invisible.
-
Eres muy extraño pequeño
hombre.
-
Eso ya es algo. Y no tuvo
que demostrarme nada para sentir que era un extraño…
Continuara….
Dedicado a mis amigos. As
franceses que visitan la página.
En donde estén. Un abrazo…
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