STOKER. Dedicado a mis amigos de Irlanda
Stoker.
De los miedos más eternos, la
oscuridad siempre ha sido el predilecto de todos los escritores de mi época. Estoy
a minutos de presentar mi nuevo libro. Es 26 de mayo de 1897. Me siento muy
nervioso. Increíblemente cuando era pequeño temí no poder caminar. Pase semanas
muy enfermo. Pero no le temía a los que los demás niños le temían. A mí, la
oscuridad no me daba miedo. No me daban miedo los monstruos. Me daba más miedo
cuando hablaba con Mary Shelley o H.P lovecraft. Mary tenía esa picardía al
escribir que terminabas temiendo a pequeños detalles como la soledad, el
aislamiento, la incomunicación y el retiro. Lovecraft en cambio asomaba los
miedos más profundos de los seres humanos como por ejemplo que un monstruo no
estaba fuera, sino que más adentro de uno. Al fondo de las emociones
incomprendidas. Yo tenía otros miedos.
Los seres
humanos tienen comportamientos que aún no termino de entender. Nuestro comportamiento
es extraño. En ocasiones cuando alguien odia algo de sí mismo lo colocan en las
demás personas. Eso es extraño. Son incapaces de ver delante de sus propias
narices. Y el error o la extrañeza viene de ellos mismos. Probablemente de ahí mi
idea de ser escritor. Ya que, aunque tengas la razón en algún detalle de la
vida y si lo dices terminas siendo odiado. Aunque sea verdad. A través de la
escritura escondí todos esos mensajes. Entendí con los años que alguien entiende
su error cuando lo simbolizas fuera de ti. Es decir, lo ves en otro aspecto. Recién
ahí ese alguien puede pensar, reflexionar, analizar, sintetizar, y conectar con
algún error o virtud.
Deben quedar
cinco minutos antes de enfrentarme a el público que vino a ver mi última publicación.
Estoy en un dormitorio oscuro. Solo algunas
velas me acompañan. Lovecraft ya habría hecho seis cuentos.
Escucho el sonido de la gente a través
de pocos metros de distancia donde se encuentran todas las personas. Es increíble
que el estar solo por algunos momentos te conecta con lo mejor de ti. O a
veces, lo peor. Tengo una pluma y una hoja en blanco. Estoy tratando de buscar
a que le temo. Pero aun no encuentro algo. He intentado concentrarme, pero no
encuentro nada. Trato de recordar y tengo pequeños destellos de recuerdos o reminiscencias,
pero no logro enfocar mi miedo.
Me imagino que cada persona le teme a
algo. Y claramente debo temer o sentir miedo por algo. Me pongo de pie. Siento los
pasos de la persona que me llevara al salón para dar la conferencia de mi nuevo
libro. Lo veo llegar y me pregunta;
-
Stoker.
Mr. Bram Stoker?
-
Si. Soy yo.
-
Acompáñeme
por favor. La gente lo espera.
-
Con
todo gusto –conteste-.
De
un momento a otro entendí todo. Solo cinco metros me separaban del público. Mis
pasos se hicieron mas lentos, comencé a ver como todo se ponía más lento. No había
bebido nada de alcohol. Sentía como si
estuviera caminando sobre nubes. Empecé a escribir en la hoja. No leí. Solo sentía
que escribía. Sentía como mi mano se
deslizaba y construía trazos en la hoja blanca. El presentador ya hablaba de mí.
El público comenzaba a aplaudir y entendí que no les temía a las culebras, a la
guarida del gusano, a los misterios del océano, a los poderes de la oscuridad
ni menos a Drácula.
Cuando
ya estaba en el escenario mis pupilas estaban dilatadas, mi corazón saltaba
como si se fuera a salir por la boca, la gente fumaba y hablaba, también bebían,
solo veía caras, unas sonreían, otras lloraban, otras estaban serias, otras en
otro lugar, otras en silencio, otras miraban al cielo, otras al suelo. Mis
piernas temblaban y mis manos sudaban. Estaba lleno. No cabía un alma más. Pero, tenía la respuesta a la pregunta que me había
hecho durante años. Ya sabía a qué le temía. Lentamente cogí la hoja con mi
mano derecha. La puse cerca de mis ojos. Pestañeé muchas veces. Hasta que pude
enfocar mi mirada. Acerqué un poco más mi cara a la hoja y leí: siempre le has
temido a los humanos…
Dedicado a mis amigos
de Irlanda que visitan el Blogger.
En donde estés.
Un abrazo.
Comentarios
Publicar un comentario