Historias de Terror: Oswald
Estaba nervioso. Mi corazón latía con la fuerza de mil tambores. Cada latido resonaba en mi pecho, dirigía una sinfonía de ansiedad que me consumía mientras me preparaba para enfrentar uno de mis mayores desafíos en la vida: decir lo que pensaba y pensar lo que decía. Mis pensamientos eran como mariposas atrapadas en una tormenta, y sentía que estaba entre la confianza y el miedo. Había practicado lo que tenía que decir una y otra vez, había pulido cada palabra hasta que brillara con un resplandor casi doloroso. Sin embargo, la sombra del escenario me acechaba, mis dudas bailaban en el borde de mi mente, amenazando con derribar todo lo que había construido. Mientras me enfrentaba al espejo, mi reflejo me devolvía una imagen de nerviosismo y determinación entrelazados. Mis manos temblaban ligeramente, mis labios estaban secos, pero mis ojos brillaban con una chispa de esperanza. Tenía que superar este desafío. Tenía que encontrar el coraje para enfrentarme a la multitud y dejar que