Hablemos un poco de Psicología: El fanatismo religioso - Parte II-
La psicología y la religión comparten un puente trascendental que hace que busquen casi una misma meta.
Se
unen de algún modo, ya que, la
psicología intenta generar esperanza. La religión también hace lo suyo a través
de la fe donde la esperanza es el vehículo para lograr algunos objetivos del
presente y el futuro.
La
religión como concepto indica ligar, reunir, agrupar en base a una creencia
divina y sobrenatural sobre la base de principios morales
específicos. La religión intenta engrandecer el alma. A través del espíritu
para ser aplicados al hombre.
La
psicología como concepto busca engrandecer el alma sobre la base de lo
consciente. Revisa principios morales específicos a través del dialogo, de la
construcción de la dialéctica – razonamiento- para posteriormente ser aplicados
al hombre.
La psicología es ciencia. La religión no lo
es. La psicología no produce fanáticos. Ciertos círculos de la religión si
produce fanáticos. La psicología sabe que se equivoca. La religión sabe que no
se equivoca. Y esto último es una equivocación.
La
psicología no cree en destinos. Cree en el camino. La religión cree en el
destino. Cree en una especie de programa condicionado por lo eterno.
La
psicología ayuda a crear. La religión solo ayuda a perpetuar un algo que se
viene perpetuando eternamente.
La
psicología piensa que la religión es una manera más de pensar el de dónde
venimos, quienes somos y donde vamos. Y esto es importante. No obstante, lo que
no es importante es quien toma la sabiduría religiosa y la aplica para su
beneficio ostentando de ella para lograr objetivos terrenales sin esencia
provoca irrupciones en la verdadera forma de entender la belleza de la
religión. En otros términos, quien ocupa la religión para servirse de los demás
solo pensando en su beneficio es un enfermo. Y enfermos; hay muchos.
Hay
quienes ocupan la religión para escudarse, con el pretexto de una misión divina que a veces no
existe.
Hay
quienes ocupan la religión para agradecer pero solo vuelven al primitivo puente
de incorporarse en la supuesta misión divina que ellos mismos han creado a
imagen y semejanza de ellos mismos.
Hay
quienes hablan en el nombre de dios sin siquiera cumplir con los diez
mandamientos.
Hay
quienes hablan en el nombre de dios sin siquiera asistir a la iglesia. Hay
quienes hablan en el nombre de dios sin siquiera entender la diferencia entre el bien y el mal.
Hay
quienes hablan en el nombre de dios para liderar procesos pero no es otra cosa
que un acto de manipulación criminal en nombre de quien no oye ni habla el
idioma del egoísmo, del robo, de la calumnia, del chisme, de la corrupción, de la mentira, del encame,
del inventarse castillos en el aire, de política, de futbol, del engaño, entre
otros temas.
Hay
quienes hablan en el nombre de dios sin siquiera amar ni haber amado. Porque si
hay algo que nos une a quienes creemos en dios es en definitiva: El amor. Y no
es cualquier amor. Es amor al prójimo. Al velar por que un otro esté bien. Que
goce de bienestar.
Quien
habla en el nombre de dios sin amar y sin ser amado, y que ocupa su nombre para
satisfacer solo sus deseos terrenales sin pensar en nadie más que él está
sufriendo. Y sufre de fanatismo.
El
fanático moviliza el fanatismo. Según el psicólogo y sociólogo Erich Fromm, el
fanatismo es una especie de intento de huir de la soledad. Suelen ser personas
con baja autoestima, inseguras y de frágiles lazos afectivos con los demás, que
buscan lo que les falta, amando o creyendo ciegamente en algo o en alguien.
El
fanático Cree poseer la verdad, y por lo tanto, no admiten que sea cuestionada
por nadie. No tiene la mente abierta hacia otras creencias u opiniones. Su mente se cierra, en un mundo de ideas
contaminadas, que solo sirven para hacer crecer su ciego apasionamiento.
Desprecian lo diferente. No razona, lo que piensa se convierte en dogma de fe.
Intenta imponer sus ideas a los demás, en ocasiones incluso violentamente,
quiere que cuantos le rodean piensen igual que él o ella. No es raro que formen
grupos para atraer a personas fanáticas que apoyen sus ideas. Se alteran con
facilidad, son irracionales y obsesivos.[1]
Y
el fanatismo supone una adhesión incondicional a una causa. Es una persona que
defiende con tenacidad desmedida sus creencias y opiniones. Sin escuchar al
resto, a los demás. Sin esperar o escuchar una segunda opinión.
El
fanático que es religioso tiene un apasionamiento desmedido por su creencia. Esa
creencia en el fanático religioso lo ciega por completo y lo coloca a sufrir
una distorsión cognitiva llamada “filtraje”.
El
filtraje es una distorsión cognitiva
– del conocer- que consiste en que el
individuo solo abstrae- separa- un
aspecto del conjunto y olvida todo el contexto. [2]
El
fanático religioso abstrae lo que para él es la verdad verdadera de su fuente
de creencias y asume que el resto está equivocado. Grave error. Porque la
verdad no es única. La verdad está dividida y entregada a cada ser humano de la
TIERRA.
El fanático también se relaciona con la paranoia. La paranoia es una idea fija (delirante) que hace que el
individuo sienta que está en peligro y que se atenta contra él. Lógicamente
esta idea fija es fantaseada, imaginada, creada. El fanático religioso es propenso a pensar que
TODOS quieren hacerle daño. Debido a la necesidad compulsiva de defender sus
creencias, el fanático religioso odia todo aquello que atente contra el
(paranoia)
El fanático religioso que cree que lo que piensa es
verdad (filtraje) y asume que debe defenderlo contra todo (paranoia), lo hace
un sujeto peligroso.
No
obstante, el fanático religioso que filtra a través de la paranoia sufre también de obsesión
que es una idea fija sobre algo, incluso no queriendo no tener esa idea
(compulsión).
Cuando
se une la paranoia (todos atentan
contra mí) y la obsesión (pienso
solo en eso), el fanático religioso puede convertirse en mortal. En la obsesión
del fanático religioso las ideas fijas de salvación, pecado, virtud, verdad y
sacrificio son fundamentales y lo estructuran como un sujeto anormal.
La
salida del fanático religioso es la salvación. Pero es una salvación inventada
por el propio fanático religioso. Ya que no tiene bases TERRENALES: Sino que
inventadas por el mismo en los terrenos del a imaginación más enferma.
Por
tanto, y esperando que no se confundan el fanático religioso sufre de filtraje,
paranoia y obsesión. Trastornos de la personalidad que hacen que distorsione la
realidad.
A
la pregunta: ¿Puede un fanático religioso cambiar el mundo? La respuesta
resuena de inmediato: NO. Ya que, el fanático religioso solo piensa en él.
Para
el, el mundo solo es el vehículo para lograr sus deseos egoístas y personales
que lo separan de lo más preciado para los demás: LA HUMANIDAD.
Y lo más irónico es que todos los pecados se reúnen en un fanático religioso, cubriéndolos con su “salvación”.
ResponderBorrarXoxo
así es. la idea es educarlos.
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