La música y el viaje – Parte I-
De los primeros años de mi vida y de mi conciencia, recuerdo imágenes. Pero estas no están solas. Siempre van acompañadas de música. Sin música no puedo tener imágenes, ni pensamientos, menos recuerdos. Un sonido, una armonía, acordes, un compás, me hacen viajar y perderme en lo cotidiano, lo ordinario, lo normal, lo que hay que hacer, lo que hay que completar, lo que hay que responder, lo que hay que decir, lo que hay que señalar, lo que hay que respirar, lo que hay que entregar, lo que hay que cumplir, lo que hay que escribir, lo que hay que sentir, lo que hay que cobrar, lo que hay que recuperar, lo que hay que administrar, lo que hay que pagar. La música escapa a todo lo anterior. Yo tengo dos vicios que no me puedo quitar. El cigarrillo y la música. El primero me llevara seguramente a la tumba. Pero el segundo me llevara a la tumba en un tobogán encantador, placentero, seguro, lleno de altos y bajos acompañados de un túnel multicolor que me indicara mi nuevo paradero.