El principio del orden mundial - Parte I -
Estaba nervioso. No sabía
como decirles a mis amigos que mi idea era adecuada. No quería que la
entendieran como una ley. O un compendio de normas. Deseaba aportar al trabajo
la generación de interacciones aún más sublimes. El hombre es un creador por naturaleza.
Pero también destruye. Y lo hace por ignorancia. La ignorancia lleva al hombre
a matar.
Esperaba en una sala. Sólo. Mi cigarro a
través de su ondulante manera de expresar a través del humo me hacía guardia.
Hace meses que no bebía. Y me gustaba la bebida. Pero la deje para sacar
adelante mi proyecto. Afuera llovía. Unos diez grados de frío se sentían. Escuchaba en los pasillos del edificio
murmullos. De pronto, note que alguien se acercaba. Era Sir Thomas.
- ¿Cómo estas Oswald? - señalo con tranquilidad.
- Bien... con un poco de sed. - conteste a
secas.
- ¿Quieres whisky?
- Esta bien... pero solo un poco. ¿Sir
Thomas?
- Dígame Oswald.
- ¿Crees que resulte?
- Sí. Tengo fe en usted y en sus
palabras.
- Gracias Sir Thomas. Sus palabras son un
jarabe de paz para mi angustiante espera. ¿Está la sala llena de personas?
- No cabe ninguna alma más.
- Tenemos que partir Oswald. ¿Vamos?
- Vamos Sir Thomas. El momento ha llegado.
Mi siempre fiel amigo tomo
mis instrumentos. Mis papeles y los accesorios necesarios para la exposición.
Ya caminábamos por el pasillo que daba a la sala de conferencias. Lograba
sentir la curiosidad de los presentes en el aire. Mi angustia era evidente. Antes de entrar a
la sala de conferencias Sir Thomas tomo mi hombro y me dijo:
- Dios le acompañará esta noche.
- Espero que así sea mi fiel amigo
Entré y el estruendo de la
multitud se hizo notar. Saludé. Tomé mis documentos. Esperé que terminaran los
aplausos y comencé a exponer mis ideas e ideales. Ya no había camino de
retorno...
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