Leftraru - Parte 2 -


               

              El lobo en cuestión no era tal. De la rápida forma en que apareció desapareció como el sol que se abre paso entre la niebla. En total oscuridad camine por aproximadamente treinta minutos. No podía ver a más allá de un metro.

                Mi corazón latía muy rápido y comencé a escuchar el sonido del bosque que se presentaba en forma de aullidos, arboles topando en sus crestas más altas, insectos que no paraban de emitir extrañas canciones y el viento que hacia su trabajo emulando a ratos al océano. Cuando ya pensaba que había caminado lo suficiente pare. Me senté. Trate de tranquilizarme. La luna lograba alumbrar un espacio en medio del lugar donde estaba y me acerque hasta allí.

                Miedo sentía. Pero era un miedo extraño. Era miedo a que quería prontamente saber con qué armonía saldría del bosque. A lo lejos comencé a escuchar una flauta. Ella me invitaba a meditar. No podía percibir de qué lugar específico venia. Pero mi cuerpo me señalaba que provenía de todos lados. Me pare de pronto. Acomode mi ropa. Dejé a un lado mi cuchillo y volví a mi posición original. Sentado.

                Respire y mi corazón se calmó. Mi alma se calmó. Mi cuerpo también. Pero mi espíritu se alejó. Sentado y más relajado saque de entre mis cosas otro líquido que me habían regalado los sabios de mi comunidad. Según ellos era para que el espíritu, el alma y el cuerpo siguieran caminos que alguna deidad guiaría. En una manta mi padre había escrito algo. No lo podía leer hasta tomar el brebaje preparado. Bebí hasta la última gota. Espere unos minutos. Se nublo mi vista nuevamente. Me recosté. Cogí la manta. Esta decía:” Conecta tu alma, tu cuerpo y tu espíritu para que logren conllevar el camino a la paz. Pero antes de eso, cada uno debe hacer un viaje. Viaje que comienza solo si estás dispuesto a que Ngenechén te guie”

                La pócima en menos de un segundo me tiro al suelo de espaldas. Había hecho efecto. Comenzaba la conexión con el alma.

                Desperté en el desierto. A lo lejos podía divisar solo entidades flotantes. Una caminaba al lado de la otra. No eran muchas. Cuando se acercaban se intercambiaban como globos de agua. Cuando esos globos de agua eran parte de la entidad esta crecía un poco más. Al mirar al cielo percibí alrededor de tres soles. No podía ver mis manos ni mis pies. Solo sentía mi propia presencia.  No podía medir el tiempo, pero pude determinar que estuve en ese lugar días o semanas.

                Yo, solo podía mirar y observar cómo se producía el intercambio de esa especie de globos de agua. Hasta que en un momento las entidades lentamente se acercaron a mí. Sentía mucha paz. Por primera vez no percibí miedo.

                Las entidades ya a mi lado emitieron un sonido lento y profundo. Las entidades no tenían forma. Solo eran como brazos de rio o de agua que se movían sin demasiada velocidad. Al final, me rodearon. Y una de ellas se acercó a mí.

La primera entidad extendió una especie de brazo y toco mi columna vertebral. Sentí como se activaban a través del calor y la luz partes de mi cuerpo que no podía ver, pero si percibir. La entidad se alejó sin apuro y continúo la otra.

                La segunda entidad toco la altura de mi ombligo y   abdomen. Sentí placer y dolor de manera confusa que no me dejo ni reír ni llorar. Era como que al mismo tiempo comía hielo y fuego sin detectar cual era más intenso.

                La tercera entidad hizo un círculo en el cielo. En ella comenzaron a proyectarse rápidamente imágenes del pasado, del presente y del futuro. Primero pude visualizar imágenes de mi comunidad. Su pasado, su presente y su futuro. Después de unos momentos las imágenes fueron muy confusas. Mostraban seres humanos en lugares extraños. Acompañados de objetos extraños. Con herramientas extrañas. Pero seguían siendo seres humanos. Lo que más llamó mi atención de las imágenes fue la forma en que vestían. Estaban mucho más arropados que nosotros. Ocupaban caballos de metal. Unos más grandes que otros. De un momento a otro, la imagen comenzó a iluminar mucho más el espacio en donde estábamos y quede enceguecido ya que fue muy parecido a como cuando mirábamos con mis hermanos directo al sol.

                Después de esto hubo un silencio ensordecedor…

 

 



Continuara .... 

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